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domingo, 26 de julio de 2015
Libros con temática peruana en pdf : Historia y Geopolítica
lunes, 3 de febrero de 2014
domingo, 27 de mayo de 2012
Gobierno y medios ignoran Combate de Iquique
Cómo Ven La Artillería Peruana en la China
Cómo Ven La Artillería Peruana en la China.
El Mensaje del Gran Mariscal Don Ramón Castilla
domingo, 11 de marzo de 2012
Se anunciaría la compra de los tanques T 90 antes del 28 de Julio
Las FFAA habría culminado las negociaciones para la compra de los T-90 para la división blindada del Perú.
La gran ventaja del T-90S respecto a sus competidores, el alemán Leopard 2A6 y el ucraniano Oplot, es que el Ejército tiene más de 40 años de experiencia con el material de fabricación rusa, de acuerdo con fuentes vinculadas con el Grupo Técnico Operativo que hizo el estudio de los carros de combate. Por eso, el GTO concluyó: “El T90S se constituye como una de las mejores alternativas para equipar las unidades del Ejército porque tiene capacidad de actuar en todos los terrenos del Perú”.
sábado, 14 de enero de 2012
Lanzamiento de La Campaña Almirante Grau
Lanzamiento de la campaña de valores a bordo del BAP Almirante Grau, con la asistencia de autoridades y empresarios.
Que hermoso se ve el BAP Grau.
domingo, 17 de abril de 2011
martes, 8 de febrero de 2011
Sentimiento antimilitar del presidente García ha relegado a segundo plano la defensa nacional
Es cierto que las FFAA le deben obediencia al poder civil, pero éste también le debe respeto a toda la nación. Lo peor es que ese sentimiento antimilitar ha inducido al presidente a cometer el grave error de relegar a un segundo plano la defensa nacional, un aspecto que es vital para toda nación. Éste es el problema de fondo.
Si esto es verdad, la preocupación de ese instituto es justa y razonable, por lo tanto el presidente García debe convocar al Consejo de Defensa Nacional para discutir y analizar el reclamo de los mandos navales. Sobre estos hechos, y llevado por su ignorancia en la materia, un columnista obsesionado con el ex ministro Rey y el almirante Luis Giampietri, ha culpado a estos de los graves errores cometidos por el gobierno aprista. En honor a la verdad debo recordarle que fue Alejandro Toledo quien desarticuló nuestra defensa al desactivar 68 bases contra terroristas, dejar sin presupuesto a las FFAA y desatar la persecución indiscriminada contra los policías y militares que lucharon por la paz. Un sector del Apra respaldó ese despropósito en su momento. Rey y Giampietri, por el contrario, han sido dos voces solitarias y persistentes en este gobierno reclamando rectificar el error y fortalecer la defensa. De hecho la gestión de Rey como ministro de Defensa ha sido aplaudida por los institutos militares. Pero volviendo al tema de fondo, éste sigue abierto: El presidente García está yendo contra la Constitución si persiste en levantar la reserva de las aguas de la Base Naval del Callao obviando la consulta previa al Consejo de Defensa Nacional. Está obligado a hacerlo por mandato constitucional, no tiene otra opción. (*)
Periodista y analista político E-Mail: mailto:victor.robles.sosa@hotmail.com victor.robles.sosa@hotmail.com /
www.victorrobles35.com
sábado, 5 de febrero de 2011
Áreas marítimas y defensa nacional
El pasado viernes 28 de enero se publicó en el diario oficial El Peruano la Resolución Suprema N.° 034-2011-DE/, en la que sin pedir opinión a la Marina de Guerra del Perú, se dispone levantar la reserva de un área acuática establecida para fines de Defensa Nacional, para la construcción y concesión por 20 años de un terminal de embarque de minerales al norte del muelle 7, y sobre el cual no existe un estudio técnico oceanográfico.
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Bajo este panorama, se estarían proyectando además otros trabajos de expansión portuaria circundantes a la Base Naval del Callao, la cual no debería estar comprendida dentro del proceso de promoción a la inversión, y la Marina de Guerra, como parte integrante de las FF AA, cuya finalidad primordial es la de garantizar la independencia, soberanía e integridad territorial de la República, debe ser consultada sobre cualquier modificación o afectación de áreas acuáticas para la Defensa Nacional. La Marina cuenta con 51 áreas acuáticas en todo el territorio –reservadas con RS N.° 694-2005-DE/MGP– para cumplir sus funciones, las que conjuntamente con sus unidades, dependencias, bases, instalaciones portuarias, capitanías de puerto, entre otras, están destinadas en uso exclusivo y reservado para la Defensa Nacional, para garantizar el control y la seguridad de nuestro dominio marítimo de 200 millas, y los ámbitos lacustre y fluvial en el territorio nacional.
Por último, el presidente Alan García personifica a la Nación y no debería emplear expresiones desmedidas al hablar de “golpe militar” ni usar frases ordinarias como “cada chancho a su rancho” contra quienes, como cualquier ciudadano, nos hemos manifestado en contra de dicha medida por afectar la Defensa Nacional. Expreso, 05.02.2011.
sábado, 27 de noviembre de 2010
La Batalla de Tarapacá
Victoria en Tarapacá: "Belisario Suárez iba adelante en su ágil caballo blanco. Era el punto de mira de todo el ejército, electrizado por el ejemplo."
Cuatro días después de la batalla de San Francisco, los chilenos alcanzan al ejército peruano en Tarapacá. - Esperan refuerzos. - Contingentes respectivos de los ejércitos. - El ejército peruano estaba desorganizado. - Tarapacá. - Sorpresa y valerosa defensa de los peruanos. - El historiador Vicuña Mackenna quiere atenuar la derrota de los chilenos. - Los peruanos, aun faltándoles municiones, obtuvieron una espléndida victoria. - Porque no aprovechó en modo alguno al Perú. - Los peruanos se dirigen a Arica. - Fanfarronadas chilenas. - El desierto de Tarapacá queda en poder de los chilenos.
General Juan Buendía, Vencedor de Tarapacá, General en Jefe del Ejército del Sur |
Esta fuerza llegó sin inconvenientes a Tarapacá; y sabiendo que el enemigo se encontraba provisoriamente acampado allí, en tan deplorables condiciones de hacer suponer que, incapaz de batirse, se habría necesariamente rendido al simple acercarse de una división enemiga, por débil que fuese, su primera idea fue la de adelantarse inmediatamente, e intimarle la rendición. Después, escuchando consejo más prudente, decidió esperar, antes de intentar la empresa, los refuerzos que diligentemente pidió y obtuvo del cuartel general; y al amanecer del 27, con la completa confianza de hacer prisionero al enemigo sin disparar un tiro, se presentaron los chilenos sobre las alturas que dominan la pequeña aldea de Tarapacá. Sus fuerzas las hacen ellos ascender a 2,500 hombres, entre caballería e infantería, y diez cañones; los adversarios dicen por el contrario que fueron más de 5,000. A nuestro juicio, ambas cifras son equivocadas: es un hecho, que el combate de Tarapacá fue sostenido por la división Arteaga, que el 19 trajo consigo de Pisagua el General en Jefe, y que se quedó en Jazpampa, cuando la retirada y dispersión del ejército de los aliados hizo inútil su presencia en San Francisco; y puesto que resulta de los documentos y partes oficiales chilenos, que dicha división se componía entonces de 3,500 hombres (1), todo dice y hace creer que éste precisamente, aumentado con los 400 hombres que habían salido antes de Dolores, fuese el número de los chilenos que tomaron parte en la jornada de Tarapacá, es decir 3,900 entre todos.
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Coronel Belisario Suárez, Vencedor de Tarapacá, Jefe del Estado Mayor |
Atendiendo a los precedentes de San Francisco y al lamentable estado en que se encontraban los batallones peruanos en Tarapacá la confianza que animaba a los chilenos, de hacerlos prisioneros con poca o ninguna fatiga, no era completamente sin fundamento.
En dirección a Arica, donde principalmente los empujaba la falta de vituallas, el hambre que lentamente los consumía desde tantos días, los peruanos se habían detenido en Tarapacá con el solo objeto de hallar un poco de reposo después de tantos días de largas y fatigosas marchas, y de esperar a la quinta división que había salido la última de Iquique, para entrar reunidos en Arica. Esta división, caminando a marchas más que forzadas en un desierto impracticable, por seis días consecutivos, había llegado a Tarapacá, rendida y fatigada, la mañana del día antes, 26; cuando, en atención a los muy pocos recursos que pudo ofrecer la pequeña aldea de Tarapacá, era preciso ya salir de allí. Sin embargo, para dar un día a lo menos de reposo a esta división, que literalmente no se tenía de pie, se hizo salir adelante una división de 1,400 hombres (la que luego volvió desde Pachica), aplazando la salida del resto del ejército para las últimas horas del día después, 27.
Por consiguiente, la mañana del 27, casi en el momento de emprender la desastrosa marcha, que tenía todo el aspecto e importancia de una fuga —pues sino del enemigo, huían de las privaciones del desierto— el pequeño ejército del Perú hallábase aún como lo vimos al alejarse de las faldas de San Francisco, en estado de completa desorganización. Salvo pocas excepciones, puede decirse que no había oficiales: los que no habían desertado después de los hechos de San Francisco, habían perdido todo prestigio ante sus soldados, los cuales no podían dejar de reprocharles su mala conducta del día 19, delante del enemigo. Había, es verdad, unos cuantos oficiales que, por sí mismos muy dignos de consideración, todavía conservaban su propia autoridad, como Buendía, Suárez, Cáceres, Bolognesi y Ríos que mandaba la división que había llegado de Iquique, y otros de igual mérito: pero, si con sus esfuerzos podían conseguir mantener unida aquella gente (lo que no era poco en aquellas circunstancias, y que hubiera sido imposible con soldados menos buenos), no eran suficientes para atender a todo, y para levantar el espíritu de aquellos hombres que, después de haberse visto tan mal dirigidos y guiados y hasta cierto punto víctimas de la traición de sus jefes más inmediatos, se veían todavía rodeados de dificultades y privaciones de todo género, con la terrible perspectiva más o menos próxima de tener que sufrir el hambre más espantosa quien sabe por cuantos días. Disciplina, por consiguiente, tenían poca o ninguna; y exceptuando el hecho de permanecer todos juntos, de no desertar, cada uno tenía tácitamente la facultad de obrar a su albedrío.
Como prueba de cuanto antecede baste saber, que no hacían ninguna de las tantas operaciones propias a un ejército en campaña, ni aun las que tan imperiosamente exigía su misma seguridad personal. Nadie pensaba al enemigo que dejaban a las espaldas, y que debían suponer ocupado en su persecución: Vivían en el mayor olvido de todo, sin avanzadas, sin patrullas de inspección y sin tener ni aun siquiera una centinela que pudiera avisarles su llegada, en el caso nada improbable de que esto llegase a suceder. Y aquí hay que advertir, que situada la pequeña aldea de Tarapacá en el fondo de un estrecho valle, cuya mayor anchura no pasa de un kilómetro, entre dos cadenas de cerros elevados y escabrosos, su situación debía necesariamente ser de las más críticas y difíciles en el caso de una sorpresa por parte del enemigo, el cual podía ocupar sin ser apercibido las alturas de los cerros, como efectivamente sucedió la mañana del 27, y desde allí fusilarlos a mansalva, antes que tuvieran tiempo de salir de aquella especie de profundo canal en que se encontraban (3).
Esta circunstancia era precisamente la que fortalecía más la confianza que abrigaba el ejército chileno de hacerlos prisioneros a poca costa, pareciéndole, y no sin razón, casi imposible toda tentativa de resistencia, una vez que se hubiesen dejado sorprender en Tarapacá, aun independientemente de toda otra consideración.
Como la sorpresa sucediera, y como los peruanos encontraron medio de salir de su difícil y casi desesperada situación, lo sabremos por el escritor chileno tantas veces citado.
Coronel Andrés Avelino Cáceres, Vencedor de Tarapacá, Comandante General de la Segunda División |
“Hallábase el Coronel Suárez bajo un corredor, firmando una papeleta para distribuir unas pocas libras de carne de llama al batallan Iquique –35 libras por batallón– cuando, apeándose de sus mulas tres arrieros que habían salido en la mañana a sus quehaceres por los cerros del oriente, corrieron a decirle que el enemigo coronaba las alturas por el lado opuesto. Y no habían aquellos acabado de hablar, cuando otro arriero revolvía del camino de Iquique con la misma terrible noticia… Eran las nueve y media de la mañana del 27 de noviembre cuando oyóse en todos los cuarteles y puntos de hospedaje del bajio el bronco sonar de las cajas de guerra que tocaban generala… alistáronse todos, sin acuerdo previo, para salir de la ratonera en que estaban metidos, dominando a un mismo tiempo las alturas del suroeste y del noroeste que emparedaban la quebrada como hondo cementerio… No había por allí senderos practicables, pero los soldados alentados generosamente por sus oficiales, trepaban los farellones a manera de gamos, apoyándose en sus rifles… El Coronel Suarez, Jefe del Estado Mayor, esta vez como en todas las precedentes iba adelante, y su ágil caballo blanco, encorvándose en la ladera para afianzar sus cascos y su avance, era el punto de mira de todo el ejército electrizado por el ejemplo. Eran las diez de la mañana, y la terrible batalla de Tarapacá que fue propiamente una serie de batallas en un mismo Campo Santo, iba a comenzar (4).”
El soldado peruano probó una vez más, en la sangrienta lucha de Tarapacá, como en los tiempos de la guerra de la independencia, sus excelentes cualidades personales, y lo mucho que se podría conseguir de él si tuviese una buena oficialidad. Sorprendido por el enemigo cuando menos se lo esperaba, casi encerrado en un foso sin salida, y cuando por sus excepcionales condiciones del momento, así materiales como morales, debía necesariamente encontrarse tan débil de ánimo como de cuerpo, supo, no solamente salir del foso para ponerse enfrente de un enemigo que lo dominaba y fusilaba a discreción, sino también combatir valerosamente durante largas horas, y conseguir una victoria tan espléndida como inesperada. Para obtener todo esto, no pudo contar más que sobre su valor personal, sostenido apenas por el ejemplo y la voz de un pequeño número de buenos oficiales. Sin artillería y sin caballería, de que el enemigo estaba abundantemente provisto, sin plan de batalla y sin hallarse confortado por alimentos buenos y suficientes (habiendo sido sorprendido mientras se estaba preparando el mezquino rancho, al cual estaba reducido desde algún tiempo), el soldado peruano se adelantó intrépido y resuelto contra el enemigo; lo fue a buscar hasta dentro de sus mismas posiciones, que estaban defendidas por diez buenos cañones y por las bien aprovechadas asperezas del suelo; y luchando cuerpo a cuerpo, en un encarnizado combate varias veces suspendido, para tomar aliento y volverlo a empeñar cada vez con vigor siempre creciente, le tomó sus cañones y sus banderas, lo desalojó de sus posiciones, y lo hizo retroceder varias millas en completa derrota. Si el soldado peruano hubiese tenido todavía a su disposición, suficientes cartuchos para seguir haciendo fuego diez minutos más, la jornada hubiera concluido con la pérdida completa e inevitable de toda la gruesa división chilena (5).
Aunque, movido por su excusable amor de patria, se afane Vicuña Mackenna en atenuar la indudable derrota de los suyos, la verdad no deja de hacerse de vez en cuando camino, aunque más o menos ahogada, en el curso de su apasionada narración: así es que exclama: “La pérdida que más profundamente afligiera el corazón de la República en aquella luctuosa jornada, en que por la primera vez en larga historia (¡un país que nació ayer!) dejó Chile sus cañones y su bandera en manos enemigas, fue aquella de los dos Jefes etc. etc… La derrota tan temida por el chileno, va a consumarse... Pero ¡oh fortuna! las filas peruanas vacilan y se detienen en medio de la pampa. ¿Qué acontece? ¿Qué orden, ni cual causa sujétalas misteriosamente en el camino de su inminente victoria?” Después, enumeradas con su habitual prolijidad las diversas causas, comprendida la de la falta de municiones, que a su entender, detuvieron en el mejor momento las tropas peruanas, continua: “No es posible precisar duda tan ardua, porque lo más cierto tal vez fue que todas esas causas influyeron a la vez en la mente de los jefes peruanos para contener el final avance que iba a traer a sus banderas un señalado e histórico triunfo (6).”
Ya en completa derrota, los chilenos no hacían más que huir a la desbandada por el camino de su cuartel general de Dolores, de donde esperaban numerosos refuerzos, cuando los peruanos, que desde largo rato no hacían fuego más que con las armas y municiones de los muertos y heridos chilenos, viendo que no tenían un solo cartucho que quemar, se encontraron obligados a detener una persecución ya bastante prolongada; y es indudable, que si hubiesen tenido un poco de caballería o algunas municiones más, el ejército chileno se hubiera visto obligado, o a caer prisionero, o a dejarse acuchillar impunemente; porque hacía tiempo ya que no oponía ninguna resistencia, si se exceptúan solamente algunos raros casos de individuos aislados, que de cuando en cuando descargaban todavía sus armas. Pero, si favorecido por un evento tan extraño a él y a su acción, pudo el ejército chileno tan inesperadamente salvarse de una ruina cierta y completa, no por esto la jornada de Tarapacá dejó de ser una espléndida victoria para las armas peruanas; victoria que será para la historia tanto más bella y significativa, cuanto más justamente se calcule la diversa situación en que se encontraban los dos ejércitos combatientes. Las pérdidas fueron: muertos y heridos chilenos 758, prisioneros 56; muertos y heridos peruanos 497.
Sin embargo, esta victoria, la única que cuente el Perú en todo el curso de la guerra, y tan bien ganada como hemos visto, no pudo en modo alguno mejorar la suerte de la lucha en la cual se hallaba empeñado, atendida la excepcional condición, que el lector conoce, en la cual se encontraba el ejército vencedor, y que la victoria no modificó ni podía modificar. Tenía necesidad de víveres, de pan; y la victoria conseguida sobre el enemigo no podía dárselos, porque no era éste quien lo privaba de tales artículos de primera necesidad, sino el desierto que lo rodeaba por todas partes, y la incapacidad del Presidente de la República y director supremo de la guerra, que indolente y ocioso en Arica, nada había hecho y nada hizo para socorrerlo. Tenía necesidad de municiones de guerra, de cartuchos; y la victoria no hizo más que hacerle consumar los pocos que aún le quedaban. Su situación, después de la victoria, era todavía más desesperada que antes. Aún prescindiendo de la imposibilidad de mantenerse en Tarapacá sin víveres; si el enemigo volvía al ataque, lo que era fuera de duda, teniendo cerca de siete mil hombres todavía en el próximo campo de Dolores, no hubiera podido responder a sus fuegos, ni aun con un solo disparo.
De consiguiente, el ejército vencedor se vio obligado a continuar sin demora su marcha hacia Arica, ya fijada para aquel mismo día 27. La victoria no había podido influir más que en retardarla de algunas horas; y a la medianoche, entre el 27 y el 28, mientras los deshechos batallones chilenos, temerosos de ser atacados al amanecer se alejaban a toda prisa del último campo de batalla, las victoriosas fuerzas peruanas, después de haber escondido bajo la arena los cañones tomados al enemigo y que por falta de caballos no podían llevarse consigo se ponían lentamente en camino, tristes y hambrientos, en dirección a Arica.
Gracias a esto, el ejército chileno quedó único señor y dueño en el desierto de Tarapacá; y tanto los hombres políticos como los escritores de Chile sacaron argumento de aquí, para negar la derrota sufrida por las armas de su país en la batalla de Tarapacá, la única que se hubiese realmente combatido hasta entonces; pues, como el lector ha visto, no puede darse ese nombre ni al desigual combate de Pisagua, donde 900 bolivianos y peruanos fueron embestidos por diez mil chilenos, ni a la insignificante escaramuza de San Francisco, que se redujo únicamente al intempestivo y aislado ataque de una sola división peruana contra las formidables posiciones chilenas; ataque que el mismo ejército chileno consideró como un simple reconocimiento preliminar hecho por el enemigo; de tal manera que se preparó para la verdadera batalla que creía aplazada para el día siguiente, y que la deserción de las divisiones bolivianas y la felonía de algunos jefes y oficiales peruanos hizo imposible.
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Coronel Francisco Bolognesi, Vencedor de Tarapacá, Comandante General de la Tercera División |
Dice Vicuña Mackenna: “Los dos ejércitos alejábanse del sitio por opuestos rumbos (varias horas después del combate) silenciosos y sombríos… El enemigo que se creía transitoriamente vencedor por las ventajas momentáneas del asalto, comenzaba la fuga hacia Arica, abandonando en el campo de batalla sus heridos (7), los cañones que nos habían arrebatado por acaso, y el país que nosotros habíamos venido a quitarles por la razón o por la fuerza.
¿Cuyo era entonces y en definitiva el vencimiento militar? A la verdad, sí en la quebrada de Tarapacá hubiera habido victoria para los enemigos y provocadores injustos de Chile (siempre la misma fábula del lobo y el cordero), habría sido ella interina, si tal pudiera llamarse, al paso que el éxito de las operaciones que allí terminaron fue para las armas de Chile un éxito asombroso y completo (8).”
El éxito de las operaciones a que se refiere el historiador chileno fue la posesión del desierto de Tarapacá. Pero, como hemos visto ya, esta posesión no fue en manera alguna conquistada por el ejército chileno con la fuerza de las armas; habiendo salido por el contrario, gravemente batido y diezmado, en la única batalla que hubo a sostener con el enemigo en dicho desierto. Esta posesión la obtuvo como simple consecuencia del abandono que hizo de ella el enemigo: abandono que a su vez fue efecto de varias causas, todas independientes de la acción de las armas de Chile; a saber: de la deslealtad o retirada como quiera llamarse, del boliviano Daza; de los malos hábitos revolucionarios de la mayor parte de los jefes y oficiales del ejército aliado peruano-boliviano, y más que todo, de la incapacidad del Gobierno peruano, que dejó su ejército abandonado a sí mismo en medio al vasto desierto, sin víveres y municiones de guerra; de modo que éste debió huir, no del enemigo, sino del territorio mismo que debía defender, y que lo mataba de inanición. Si el general Prado, que permanecía inútilmente en Arica con cerca de 5,000 hombres de los mas escogidos y disciplinados, se hubiese adelantado con una buena provisión de víveres y municiones hacia Tarapacá, como era su deber, inmediatamente que tuvo conocimiento de la vuelta de Daza, los sucesos hubieran ciertamente cambiado de aspecto de una manera muy notable.
La posesión del desierto de Tarapacá no fue de consiguiente, como pretende el historiador chileno, el éxito de las operaciones del ejército de Chile, las cuales no pudieron ser más mezquinas e infelices, a pesar de cuanto lo favoreciera la fortuna, y de los grandes medios de que disponía. Fue por el contrario efecto del inmenso malestar interior que roía por tantos conceptos a las dos repúblicas aliadas Perú y Bolivia; las cuales, así por mar como por tierra, en la batalla de Tarapacá como en las posteriores de Tacna y de Lima, no fueron de ninguna manera vencidas por el enemigo, sino que se echaron a sus pies ellas mismas, deshechas y aniquiladas por sus facciones políticas internas, y por todos aquellos vicios que eran una consecuencia natural de sus muchos años de revolución y desgobierno.
Quedando dueño del desierto de Tarapacá, la posesión de cuyas fabulosas riquezas era desde tanto tiempo su sueño dorado, Chile se lanzó sobre ellas con toda el ansia de una inveterada codicia prodigiosamente crecida con el trascurso del tiempo, de día en día, por el largo esperar y por la necesidad que poco a poco se hacía sentir cada vez mas imperiosa, de aliviar con su producto las exhaustas arcas del Tesoro. Se instaló en aquel territorio como en su casa; y a la par que los productos aduaneros, hizo suyos también todos los del salitre y del guano.
Notas
(1) Véase Benjamín Vicuña Mackenna, 1880. Historia de la Campaña de Tarapacá, t. II, Santiago de Chile: Imprenta y Litografía de Pedro Cadot, pág. 912.
(2) “El General Buendía llegó a contar en Tarapacá más de 5,000 hombres… Tan lejos estaban de pensar que serían perseguidos, que el mismo día 26 mandó el General Buendía que marchasen adelante (por el camino de Arica) dos destacamentos con unos 1,400 hombres, y él quedó en Tarapacá con otros 3,600 que necesitaban todavía de una noche de descanso. Allí durmieron como en los días de más perfecta paz, sin siquiera colocar centinelas avanzadas en los alrededores y sin sospechar que el enemigo se hallaba en las inmediaciones.”
Diego Barros Arana, 1880. Historia de la Guerra del Pacífico, 1879-1880. Santiago: Librería Central de Servat y Compañía, pág. 171.
(3) “En el momento en que llegaba el Comandante Santa Cruz (Jefe de un batallón chileno) frente al pueblo de Tarapacá, hallábase entregado el ejército peruano, salvado únicamente por la inercia culpable de nuestros jefes, en las pacíficas tareas de cuartel, las armas en pabellones en las calles, en los patios, bajo los corredores y los árboles, hirviendo en las pailas de fierro de los cuerpos el escaso arroz y la más escasa carne de su vianda, sin un puesto avanzado, sin un puesto a caballo o a pie para dar aviso… El desgreño de la confianza era absoluto, y nadie a esas horas pensaba sino en seguir pacíficamente el derrotero de los altos, volviendo la espalda al osado invasor… La división Rios vino ese mismo día (la de Iquique que había llegado por el contrario el día antes) trayendo, sino víveres, un precioso repuesto de municiones, que era la gran carencia del momento.”
Benjamín Vicuña Mackenna, Obra citada, t. II, pág. 1039.
(4) Benjamín Vicuña Mackenna, Obra citada, t. II, pág. 1042 a 1044.
(5) “Al principio del combate éramos escasamente 3,000 hombres de infantería, batiéndonos contra una fuerza de 5,000, dotada de las tres armas y provista de todos los elementos de guerra, porque no solamente éramos inferiores en el número y nos faltaba caballería, sino que nuestros mismos infantes se encontraron sin municiones en un momento dado, teniendo que recoger los rifles y las cápsulas de los muertos, heridos y dispersos enemigos… En diez horas de rudo y encarnizado combate, todos aquellos poderosos elementos (del ejército enemigo) fueron destrozados por la intrepidez y denuedo de nuestros soldados; la infantería y la caballería huyeron en dispersión; la artillería quedó en nuestro poder, como también un estandarte, algunas banderas y numerosos prisioneros.”
Del parte oficial del General en Jefe, General Juan Buendía
“La sola ascensión hasta el nivel de los baluartes contrarios es por sí misma un triunfo, porque la ciudad que nos servía de cuartel general está por todas partes dominada… Antes de combatir, hemos tenido que ponernos en condiciones de hacerlo, entregándonos indefensos a los tiros de los contrarios… El enemigo ocupaba al principiar la acción un campamento de casi una legua, entre el alto de la cuesta de Arica y el de Visagras, y al concluir había retrocedido hasta al cerro de Minta, dos leguas mas allá de sus atrincheramientos.”
Del parte oficial del Jefe de Estado Mayor, Coronel Belisario Suárez
(6) Benjamín Vicuña Mackenna, Obra citada, t. II, pág. 1121 y 1178.
(7) Los heridos, que por falta de ambulancia no pudieron llevarse con ellos, fueron confiados por los peruanos en la pequeña aldea de Tarapacá a los cuidados de sus habitantes.
(8) Benjamín Vicuña Mackenna, Obra citada, t. II, pág. 1180 y 1185.
Fuente: Tomás Caivano. 1883. Historia de la Guerra de América entre Chile, Perú y Bolivia. Florencia: Tipografía Dell’Arte Della Stampa, Capítulo IX, “Batalla de Tarapacá”, páginas 293-305.
Visite: http://cavb.blogspot.com/
viernes, 26 de noviembre de 2010
A que vino Piñera?
Aparte de los detalles de protocolo, frases amigables y fotografías para la prensa, el presidente chileno Sebastián Piñera visita Lima para transmitir al gobierno aprista de Alan García la inquietud de la fuerza armada chilena, que necesita asegurarse el suministro del gas peruano, que consideran pertenece a Chile.
Antecedentes
Durante el gobierno anterior se consumó la traición de modificar el contrato de explotación de nuestro gas para permitir su exportación. Siempre ha estado claro en el Perú que el tamaño de las reservas encontradas y por encontrar nunca nos iba a poner en condición de país exportador, o sea aquel que tiene completamente satisfecha la demanda interna1 y puede exportar con un horizonte de por lo menos 50 años.
Respondiendo a los intereses de Chile, hay varios candidatos en campaña para las elecciones del año que viene, quienes no tocan para nada el tema de la exportación del gas.
Posición chilena
Sabido es que una vez que los barcos salen del Perú cargados de gas es difícil controlar su destino final, y nada impide que en altamar cambien de rumbo hacia Chile. Los chilenos saben eso, pero desean que política y psicológicamente los peruanos entiendan que Chile tiene un “derecho” —mayor que el del pueblo peruano— a disfrutar del gas de todos los peruanos, para así fortalecer la industria minera del norte chileno y asegurar combustible a la fuerza armada chilena2.
Diversos objetivos
Para cumplir su expansionismo y ratería, Chile, país que tiene la costumbre de violar el derecho internacional, mantiene una política invariable, en la que el tiempo rara vez es un elemento en contra, no son cortoplacistas. Los designios del ratero Diego Portales tomaron décadas para cumplirse pero se cumplieron. Así debemos entender que los chilenos observaban en silencio pero con mucha atención lo que ocurría con el gas peruano, recurso que no tienen en su territorio. Esperaron tranquilos hasta que se concretara el tendido de los gasoductos para actuar, y así se hizo, con la complicidad de Alejandro Toledo (quien se portó como un perfecto Felipillo y no como el Pachacútec que proclaman sus adulones), que facilita el entreguismo de Alan García.
Respecto del gas peruano Chile cumple los siguientes objetivos:
2) Impedir que la Macrorregión Sur del Perú (Puno, Cuzco, Arequipa, Moquegua y Tacna) se desarrolle con el funcionamiento de industria petroquímica4. Por el bajo volumen de nuestras reservas, es imposible que nuestro gas alcance para la exportación y para la industria petroquímica.
3) Intensificar el dominio económico de Chile en el Perú, incluyendo sectores estratégicos como agencias de aduana, puertos, aeropuertos y minas; todo ello conducente a que el Perú funcione como colonia de Chile.
Respuesta peruana
Lo primero que se debe hacer es suspender la exportación del gas, para que no se venda a ningún país (menos a un enemigo como Chile). Debemos tener en cuenta que políticos y periodistas mercenarios, que viven a sueldo de Chile, dicen que los contratos entre el estado peruano y empresas privadas no deben modificarse, porque eso atentaría contra la “estabilidad jurídica” y que, en consecuencia, los inversionistas extranjeros saldrían huyendo del país. Lo que estos políticos y periodistas vendidos no dicen es que los contratos sí se pueden modificar; la traidora exportación del gas, por ejemplo, se ha hecho posible con una modificación a los contratos. Pero —¡claro!— como esa modificación favorece a la empresa extranjera, eso está bien, no afecta la “estabilidad jurídica”, el contrato se puede cambiar; pero no es así —según los periodistas corruptos— si el contrato defiende los intereses del estado y la sociedad peruana.
Qué se puede hacer
En cuanto al gobierno aprista, ya sabemos que es vendepatria y hará todo lo posible para favorecer a Chile. Queda exigir a candidatos como Alejandro Toledo que defina su situación, y que su promesa electoral más clara y rotunda sea que va a dejar sin efecto la exportación de gas y los cielos abiertos a favor de Chile, las dos graves traiciones de su gobierno. En cuanto a Ollanta Humala, decimos que debe ser más claro que Alejandro Toledo: que incluya en sus promesas electorales el dejar sin efecto la exportación de gas y convocar a licitación internacional los cielos del Perú mientras se consolide una línea de bandera.
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1 Incluye el gas de consumo doméstico, para cocinar en los hogares, el gas licuado para mover vehículos y el gas necesario para la industria petroquímica.
2 Parece mentira: Chile nos hizo la guerra, mantiene ilegalmente bajo ocupación militar Tarapacá y Arica y, no conforme con eso, desea que el Perú proporcione combustible a su fuerza armada para una posible invasión al Perú.
3 Corporación del Cobre, empresa estatal de Chile que dedica el 10% de sus ganancias para equipar a la fuerza armada de ese país.
4 Sin industria petroquímica, que crearía muchos puestos de trabajo, la Macrorregión Sur pierde la ocasión de aliviar el extendido desempleo, y el estado peruano deja de percibir impuestos por los productos que comercialice esa industria.
viernes, 5 de noviembre de 2010
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Nacionalistas aclaran puntos de su programa
Frente a versiones insidiosas que han circulado por la red hoy en la mañana sobre supuestas declaraciones del presidente del Partido Nacionalista Peruano Ollanta Humala en encuentros con inversionistas en la ciudad de New York la semana pasada, consideramos conveniente reiterar nuestro compromiso con el programa de la Gran Transformación del Perú y, específicamente, con:
2. La renegociación de los contratos de estabilidad tributaria lesivos a los intereses del país.
3. La revisión de los tratados de libre comercio que afecten nuestra soberanía.
4. El desarrollo de mecanismos que enfrenten la especulación financiera.
5. La prioridad de la inversión pública para enfrentar nuestro déficit de infraestructura.
6. La seguridad de que una mayor presencia del Estado en la regulación de la economía y la atención de las demandas sociales, redundará en una mayor y mejor inversión privada, tanto nacional como extranjera.
Oficina de Prensa
Partido Nacionalista Peruano
Lima, 27 de octubre de 2010.
Retirados alistan marchas y demanda contra Alan García

Asimismo, indicó que miles de retirados de las FF AA y la PNP saldrán a las calles para protestar por el atropello que el Ejecutivo quiere perpetrar. “La fecha aún no ha sido definida pero estamos coordinando para que el 15 de noviembre se realicen marchas a nivel nacional en contra de este abuso”, señaló. “La molestia también se está incrementando en las instalaciones militares, el personal en actividad está muy molesto y eso no es bueno para el país. Rechazamos la actitud de estos lacayos del sistema antimilitarista e invocamos a los legisladores a rechazar la propuesta del Gobierno”, acotó. “Quieren destruir FF AA” A su turno, el presidente de la Asociación de Oficiales Generales y Almirantes (Adogen), general EP (r) Arnaldo Velarde, lamentó que “nuestros propios ministros pretendan destruir a las FF AA”. “Estos funcionarios, incluido el presidente Alan García, no saben las nefastas consecuencias que sus propuestas van a tener en la seguridad y defensa nacionales. Al eliminar la cédula viva, los jóvenes no van a querer enrolarse, lo que se va a agravar con la suspensión en los ingresos a las escuelas de oficiales y suboficiales”, criticó. “Lamentamos la actitud asumida, pero nos demuestra que pese a las advertencias van a seguir en su intento por desarmar a las FF AA. Ante ello vamos a tener que adoptar otras acciones porque lo que pretenden hacer está en contra de la Constitución. No descartamos las protestas pero vamos a analizarlo entre todos”, refirió. “No permitiremos que se ponga en peligro a la Patria”, acotó.
martes, 2 de noviembre de 2010
Megapuerto debe ir al 2011
La realización del proyecto del Megapuerto en la isla San Lorenzo es una necesidad vital para el Perú que debería estar incluida en el programa de todos los partidos que pretendan hablar sobre desarrollo con miras a las elecciones de 2011.
Los tres gobiernos anteriores, no sólo que no pusieron en marcha, sino que el gobierno aprista ahora pretende enajenar la isla para satisfacer la voracidad de intereses chilenos.
Sería una maravilla no sólo contar con la infraestructura que traerá este megaproyecto: un gran puerto, un gran aeropuerto, además de una vía que permitiría llegar a Pucallpa en seis horas, sino que el millón y medio de empleos que generará disminuiría notablemente el índice de desempleo y de delincuencia.
No nos dejemos engañar con paliativos como los que propone el gobierno con el muelle Sur, pues con eso no se solucionará el problema de la pequeñez del puerto del Callao ni del aeropuerto Jorge Chávez.
Uno de los impulsores del proyecto, el marino en retiro Marcos Bravo, alerta hoy en La Primera sobre las maniobras de Proinversión:
Debe estar en la isla San Lorenzo, plantean ex marinos.
El megapuerto, anhelo chalaco
Bravo Velarde, marino en retiro, empeñado en la defensa de la isla.
GRANDES PROYECTOS
“El proyecto permitirá la creación de millón y medio de nuevos empleos, se ganarían al mar 100 millones de metros cuadrados de nuevas tierras. Igualmente se incorporarían 300 mil hectáreas de nuevas tierras a la agroindustria y la ganadería y por si fuera poco habrían nuevas fuentes de agua, gas, petróleo y minería y miles de proyectos derivados”, asegura Bravo.
La construcción de un megapuerto, incluido aeropuerto, en la isla San Lorenzo ha despertado el entusiasmo de los chalacos que en asambleas efectuadas en los últimos días decidieron realizar diversas acciones que obliguen al gobierno a dar marcha atrás en su afán de concesionar el histórico islote a empresarios ligados a la construcción y exigir se apruebe el referido proyecto. Meses atrás Proinversión coloco a San Lorenzo entre los lugares que podrían ser entregados para obras urbanísticas sin tener en cuenta, como aseguran los estudiosos, su posición estratégica para la defensa nacional.
De inmediato, vecinos del primer puerto expresaron que de ninguna manera permitirán que San Lorenzo, pase a manos privadas. Representantes de organizaciones sociales, políticas y gremiales consideran que la mejor forma de que el Callao recupere su condición de gran puerto es con la construcción de un megapuerto.
“La principal forma de preservar este legado y recuperar el liderazgo histórico en America del Sur, es con la construcción de nuestro proyecto de megapuerto y corredor interoceánico”, afirma, mostrando los planos del proyecto, el capitán (r) de la Marina de Guerra Marcos Bravo Velarde.
También el dirigente social del Callao Pedro Morante y Gilda Espiel, representante de los jubilados truncos dicen que el pueblo chalaco apoya un megapuerto y se opone a la construcción de casinos y viviendas en la histórica isla, como pretende el proyecto oficial. Actualmente existe una gran diferencia entre las operaciones comerciales marítimas de Perú y Chile. Mientras el vecino del sur realiza transacciones por montos que ascienden a 7 mil millones de dólares, nuestro país apenas llega a los 900 millones de dólares, diferencia que podría cambiar a nuestro favor con un gran megapuerto.
Historia marítima
“Para construir el futuro veamos el pasado, si nos remontamos a las épocas preinca, inca, colonial y republicana veremos que la isla San Lorenzo ha tenido siempre un papel protagónico en el desarrollo del país, por lo tanto no podemos permitir que se entregue a manos privadas”, expresa Bravo.
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Recordó cómo en la época del Inca Tupac Yupanqui navegantes de esta cultura llegaron hasta la Polinesia con una excelente construcción naval. “Los antiguos peruanos demostraban así que tenían proyección del poder marítimo y logístico y debemos continuar en esa senda”, apunta. También en 1913 el visionario presidente Guillermo Billinghurst, con el ingeniero Krauss, proyectaron unir San Lorenzo con La Punta para construir una inmensa Dársena (muelle especial) y ser eslabón logístico con el canal de Panamá, pero al ser derrocado se frustró su intento.
“En la década del 70 Singapur pasó de ser un país subdesarrollado a ser uno de las más modernos en tecnología respetando la ecología, sin pobreza, sin desempleados, con altos niveles de Educación y de ingresos por persona, todo gracias a su ubicación y potencial marítimo similar al del Perú”, señala Bravo.
Está convencido de que el Perú tiene un gran potencial geoestratégico que debe ser aprovechado, pues somos un país marítimo, andino y amazónico como aparece en el Libro Blanco de la Fuerza Armada y San Lorenzo puede convertirse en una fortaleza nacional socioeconómica bioceánica y ser alternativa del canal de Panamá.
El proyecto del megaterminal multimodal de San Lorenzo tiene como su principal promotor al capitán de navío Lizandro Paredes quien, junto a diversos especialistas, presentaron años atrás el proyecto a instituciones nacionales e internacionales, recibiendo la aprobación de organismos como las Naciones Unidas, el Banco Interamericano de Desarrollo, el PNUD, el Congreso de la República y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
Durante el gobierno de Alejandro Toledo el Congreso aprobó el proyecto pero extrañamente días antes del cambio de mando alguien ordenó a la mesa directiva del Parlamento no colocar el caso en la agenda legislativa.
Crecería San Lorenzo
Con el proyecto de Paredes, San Lorenzo crecería en siete kilometros ahí estarían las pistas de un nuevo aeropuerto “la isla no se puede destrozar como pretenden algunos porque es una formación rocosa de más de un millón de años que ha salvado a los chalacos de muchos tsunamis y que hay que respetarla”, precisa Bravo, quien destaca que el proyecto tendrá proyección sobre la sierra y la selva, con las que se conectará por vías modernas y veloces de transporte.
Tanto para los marinos del proyecto del megaterminal como para los chalacos la forma más desastrosa de afectar la defensa y el desarrollo nacional es vender, como se pretende, 412 hectáreas de la isla donde se encuentran las instalaciones de la Marina de Guerra y de la Fuerza Aérea Peruana. Muchos peruanos consideran que existe una organización de lobbies que logra que malas autoridades promuevan intereses lesivos a la patria. Mencionan la desaparición de la marina mercante, lo que favoreció a Chile.
domingo, 31 de octubre de 2010
jueves, 28 de octubre de 2010
La Historia y el orgullo nacional (II)
A la semana de declarada la guerra, el 12 de Abril de 1879, el buque más pequeño de ambas escuadras, la cañonera peruana Pilcomayo de 600 TM -una bolichera de ahora- navegaba en cercanías de Chipana, supuestamente en mares ocupados por la poderosa escuadra chilena, cuando avista a la corbeta Magallanes que tenía cañones del doble de potencia y alcance, pero aún así, se le acerca en son de combate. La chilena también se acercaba hasta que reconoció que era un buque peruano, dio media vuelta y se puso a correr rehuyendo el combate. Eso se llama “cobardía frente al enemigo”. El peruano persiguió por más de una hora, hasta que le falló su caldera y perdió velocidad. El comandante que huía, Juan J. Latorre, era el mejor oficial chileno y dice así en su Parte Oficial: “Esta lentitud en sus movimientos nos permitió avanzar ventajosamente, obligándolos además, a emprender en seguida el de caza… Por mi parte, a fin de no perder lo ventajoso de nuestra posición, no contesté absolutamente los fuegos de la Pilcomayo”. Lo increíble, es que el historiador chileno Luis Langlois, fiel a la costumbre chilena de mentir y arreglar para que al final, los chilenos “sean superiores”, verdad que repite fielmente el Parte de Latorre, pero termina diciendo : “Este combate iba a demostrar la incapacidad del jefe peruano y a la vez mostró la pericia y el valor del comandante chileno”. Sic, Sic, Sic…(¿?). Otro caso de “cobardía frente al enemigo”, nos lo dio el chileno Condell en el Combate Naval de Iquique, el 21 de Mayo de 1879, cuando desobedeciendo la orden de su jefe Prat, huyó cobardemente, para luego mostrar otra cara de su bajeza y perversidad cuando regresó a ametrallar a los náufragos de la Independencia que los perseguía y encalló en un arrecife desconocido. Esto sucedía a la misma hora en que Grau estaba recogiendo del mar a 62 chilenos náufragos de la Esmeralda.
En esa sola mañana se mostraron al mundo las personalidades tan diferentes de peruanos y chilenos. Con la captura por la corbeta peruana Unión, del mejor transporte chileno Rímac, se dio otro caso de “cobardía frente al enemigo”, cuando se rinden y el comandante en su parte dice: ”… el buque fue entregado bajo parlamento…el honor de las armas de Chile se ha salvado incólume.”. ¡Incólume…! Cuando el Rímac tenía 5 cañones más poderosos que los de la Unión y la bandera chilena rendida, fue entregada por un coronel de ejército, un capitán de fragata y un capitán mercante a un joven Teniente Segundo que tomó posesión del buque, a nombre del gobierno peruano. Con esa captura, el pueblo chileno se pintó de cuerpo entero…o tal vez sea mejor que se diga que el pueblo chileno ¡Se despintó! Así nos lo muestra una carta del presidente chileno a su Ministro en Campaña Sotomayor, que le dice: “La interpelación en el Senado y las escenas vergonzosas acaecidas con motivo de la pérdida del Rímac, me han dejado la convicción de que nunca debimos comprometernos en la guerra”. Así eran las cosas y estos… nos vienen con que tienen el complejo del vencedor. Los invitamos a que hablen de su complejo de escuadra vencedora con capitanes cobardes…
Cuando nuestros historiadores despierten y decidan escribir para que los niños y los jóvenes conozcan a nuestros vecinos del sur, el orgullo nacional se pondrá donde siempre debe estar… ¡Al tope! Para decirles usando su lenguaje: A la razón…con razones. A la fuerza…¡con más fuerza! (*) Contralmirante (r)