Modernización de la Educación debe incluir curso de instrucción pre-militar
Hugo Ramírez Canaval (*)
Ahora que los niños peruanos -y los mayores también- ya no cantamos más esa apócrifa y humillante estrofa de “largo tiempo…”, es momento de insistir en que la modernización del Sector Educación no debe quedarse en la capacitación del maestro, lo cual está muy bien, sino que debe incluir que los programas escolares vuelvan a considerar la enseñanza del curso de Historia del Perú, que no siga siendo un apéndice de las Ciencias Sociales, tan sesgadas… Una historia que siendo realista se escriba sin pensar en que “a lo mejor no le gusta a…el enemigo”, como piensan algunos historiadores. Y si hablamos de “currícula”, debemos volver a pedir los valiosos cursos de Educación Moral y Cívica, así como Etica, y también ese complemento significativo de la Instrucción Pre Militar, que tanta falta nos hacen desde los años 70 del siglo pasado, además –por supuesto- de los que propongan o dispongan los entendidos.
El problema para los peruanos es que además de tener que difundir las grandezas de nuestros antepasados, debemos –por fuerza- hacer conocer las naturales debilidades de nuestros enemigos. No se trata de inventar nada, solamente de poner las cosas en su sitio, lo cual involucra aclarar las mentiras, las tremendas mentiras con las que han creado un falsa idea de superioridad que se expresa en triunfalismo, prepotencia y en atrevimientos inaceptables para quienes sí conocemos de sus debilidades.
Los dirigentes chilenos le cuentan a su pueblo falsedades como esa de que en 1879, dos países más poderosos atacaron a Chile, pero que ellos ganaron la guerra porque son un pueblo superior. Relatan los combates de la Campaña Naval de 1879, pero siempre mienten en sus conclusiones, para hacer aparecer a sus oficiales como superiores a los peruanos. En realidad no debería importarnos que se vanaglorien con mentiras, pero el caso es que no solamente lo dicen… sino, que cuando son varios contra un peruano se ponen atrevidos, igual que ahora que se han armado como para hacerle la guerra simultánea a Argentina, Brasil, Bolivia y el Perú… ¡Pero no tienen hombres! Están tan mal acostumbrados, que vienen a decirnos que “se han armado para hacer respetar las fronteras actuales” que –por supuesto- son las que arbitrariamente han trazado ellos en sus mapas. Tan valientes… pero no dejan de buscar el apoyo de Bolivia ni de “lloriquear” ante Ecuador, con una insistencia que da lástima… ¡Ya les han dicho que no! Tenemos muchas maneras de derribar esa falsa postura que ellos llaman el triunfalismo del vencedor. Chile vive de lo que hizo el poder inglés y de las mentiras que se atribuyen. Los peruanos tenemos que asumir el triunfalismo del honor, del valor, de la osadía, de la preparación y eficiencia profesional, que deberán ser debidamente difundidas por nuestros historiadores. Como ya lo dijimos, la Campaña Naval de la Guerra del Guano y el Salitre, que nos hizo el poder inglés, es fuente de muchas pruebas de que los peruanos somos superiores, como fueron superiores los marinos peruanos, entonces. A algunos casos de esta campaña, nos referiremos como ejemplo.
A la semana de declarada la guerra, el 12 de Abril de 1879, el buque más pequeño de ambas escuadras, la cañonera peruana Pilcomayo de 600 TM -una bolichera de ahora- navegaba en cercanías de Chipana, supuestamente en mares ocupados por la poderosa escuadra chilena, cuando avista a la corbeta Magallanes que tenía cañones del doble de potencia y alcance, pero aún así, se le acerca en son de combate. La chilena también se acercaba hasta que reconoció que era un buque peruano, dio media vuelta y se puso a correr rehuyendo el combate. Eso se llama “cobardía frente al enemigo”. El peruano persiguió por más de una hora, hasta que le falló su caldera y perdió velocidad. El comandante que huía, Juan J. Latorre, era el mejor oficial chileno y dice así en su Parte Oficial: “Esta lentitud en sus movimientos nos permitió avanzar ventajosamente, obligándolos además, a emprender en seguida el de caza… Por mi parte, a fin de no perder lo ventajoso de nuestra posición, no contesté absolutamente los fuegos de la Pilcomayo”. Lo increíble, es que el historiador chileno Luis Langlois, fiel a la costumbre chilena de mentir y arreglar para que al final, los chilenos “sean superiores”, verdad que repite fielmente el Parte de Latorre, pero termina diciendo : “Este combate iba a demostrar la incapacidad del jefe peruano y a la vez mostró la pericia y el valor del comandante chileno”. Sic, Sic, Sic…(¿?). Otro caso de “cobardía frente al enemigo”, nos lo dio el chileno Condell en el Combate Naval de Iquique, el 21 de Mayo de 1879, cuando desobedeciendo la orden de su jefe Prat, huyó cobardemente, para luego mostrar otra cara de su bajeza y perversidad cuando regresó a ametrallar a los náufragos de la Independencia que los perseguía y encalló en un arrecife desconocido. Esto sucedía a la misma hora en que Grau estaba recogiendo del mar a 62 chilenos náufragos de la Esmeralda.
En esa sola mañana se mostraron al mundo las personalidades tan diferentes de peruanos y chilenos. Con la captura por la corbeta peruana Unión, del mejor transporte chileno Rímac, se dio otro caso de “cobardía frente al enemigo”, cuando se rinden y el comandante en su parte dice: ”… el buque fue entregado bajo parlamento…el honor de las armas de Chile se ha salvado incólume.”. ¡Incólume…! Cuando el Rímac tenía 5 cañones más poderosos que los de la Unión y la bandera chilena rendida, fue entregada por un coronel de ejército, un capitán de fragata y un capitán mercante a un joven Teniente Segundo que tomó posesión del buque, a nombre del gobierno peruano. Con esa captura, el pueblo chileno se pintó de cuerpo entero…o tal vez sea mejor que se diga que el pueblo chileno ¡Se despintó! Así nos lo muestra una carta del presidente chileno a su Ministro en Campaña Sotomayor, que le dice: “La interpelación en el Senado y las escenas vergonzosas acaecidas con motivo de la pérdida del Rímac, me han dejado la convicción de que nunca debimos comprometernos en la guerra”. Así eran las cosas y estos… nos vienen con que tienen el complejo del vencedor. Los invitamos a que hablen de su complejo de escuadra vencedora con capitanes cobardes…
Cuando nuestros historiadores despierten y decidan escribir para que los niños y los jóvenes conozcan a nuestros vecinos del sur, el orgullo nacional se pondrá donde siempre debe estar… ¡Al tope! Para decirles usando su lenguaje: A la razón…con razones. A la fuerza…¡con más fuerza! (*) Contralmirante (r)
A la semana de declarada la guerra, el 12 de Abril de 1879, el buque más pequeño de ambas escuadras, la cañonera peruana Pilcomayo de 600 TM -una bolichera de ahora- navegaba en cercanías de Chipana, supuestamente en mares ocupados por la poderosa escuadra chilena, cuando avista a la corbeta Magallanes que tenía cañones del doble de potencia y alcance, pero aún así, se le acerca en son de combate. La chilena también se acercaba hasta que reconoció que era un buque peruano, dio media vuelta y se puso a correr rehuyendo el combate. Eso se llama “cobardía frente al enemigo”. El peruano persiguió por más de una hora, hasta que le falló su caldera y perdió velocidad. El comandante que huía, Juan J. Latorre, era el mejor oficial chileno y dice así en su Parte Oficial: “Esta lentitud en sus movimientos nos permitió avanzar ventajosamente, obligándolos además, a emprender en seguida el de caza… Por mi parte, a fin de no perder lo ventajoso de nuestra posición, no contesté absolutamente los fuegos de la Pilcomayo”. Lo increíble, es que el historiador chileno Luis Langlois, fiel a la costumbre chilena de mentir y arreglar para que al final, los chilenos “sean superiores”, verdad que repite fielmente el Parte de Latorre, pero termina diciendo : “Este combate iba a demostrar la incapacidad del jefe peruano y a la vez mostró la pericia y el valor del comandante chileno”. Sic, Sic, Sic…(¿?). Otro caso de “cobardía frente al enemigo”, nos lo dio el chileno Condell en el Combate Naval de Iquique, el 21 de Mayo de 1879, cuando desobedeciendo la orden de su jefe Prat, huyó cobardemente, para luego mostrar otra cara de su bajeza y perversidad cuando regresó a ametrallar a los náufragos de la Independencia que los perseguía y encalló en un arrecife desconocido. Esto sucedía a la misma hora en que Grau estaba recogiendo del mar a 62 chilenos náufragos de la Esmeralda.
En esa sola mañana se mostraron al mundo las personalidades tan diferentes de peruanos y chilenos. Con la captura por la corbeta peruana Unión, del mejor transporte chileno Rímac, se dio otro caso de “cobardía frente al enemigo”, cuando se rinden y el comandante en su parte dice: ”… el buque fue entregado bajo parlamento…el honor de las armas de Chile se ha salvado incólume.”. ¡Incólume…! Cuando el Rímac tenía 5 cañones más poderosos que los de la Unión y la bandera chilena rendida, fue entregada por un coronel de ejército, un capitán de fragata y un capitán mercante a un joven Teniente Segundo que tomó posesión del buque, a nombre del gobierno peruano. Con esa captura, el pueblo chileno se pintó de cuerpo entero…o tal vez sea mejor que se diga que el pueblo chileno ¡Se despintó! Así nos lo muestra una carta del presidente chileno a su Ministro en Campaña Sotomayor, que le dice: “La interpelación en el Senado y las escenas vergonzosas acaecidas con motivo de la pérdida del Rímac, me han dejado la convicción de que nunca debimos comprometernos en la guerra”. Así eran las cosas y estos… nos vienen con que tienen el complejo del vencedor. Los invitamos a que hablen de su complejo de escuadra vencedora con capitanes cobardes…
Cuando nuestros historiadores despierten y decidan escribir para que los niños y los jóvenes conozcan a nuestros vecinos del sur, el orgullo nacional se pondrá donde siempre debe estar… ¡Al tope! Para decirles usando su lenguaje: A la razón…con razones. A la fuerza…¡con más fuerza! (*) Contralmirante (r)
Entonces, al final del día se saca tierra de un hoyo para tapar otro hoyo. En la versiones chilenas se hablan de que los soldados y marinos chilenos eran los más preparados y valientes y los peruanos eran los menos preparados y miedosos. Ahora en La versión peruana, los peruanos heroicos eran los mejores marineros y soldados y los chilenos unos cobardes y miedosos. Así, nunca vamos a poder convivir en paz, siempre van a existir personas que van a torcer la historia y convertir mitos en realidades, produciendo más odiosidades de una historia común distorsionada y pasada. La pregunta es si se aprendió de la historia para que una guerra no suceda jamás. Parece que no se ha aprendido la lección, independiente quien gane la guerra con documento en mano, ya que ambos van a ser países perdedores y tendrán que empezar de cero para alimentar a su pueblo.
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