Los
 temas de defensa nacional** siempre se han asociado al 
aprovisionamiento de armamento. Muchos piensan que estos acápites sólo 
pueden ser medidos y comparados por la cantidad de tanques, barcos o 
aviones. El que tiene más, es el que saldrá victorioso en una guerra. La
 Defensa Nacional es todo un sistema donde el último componente en 
jerarquía, paradójicamente, es el tema de equipamiento. Aquí podríamos 
emplear una máxima que involucra lo mencionado. “Si piensas primero y 
adquieres después, adquieres sabiamente. Si compras primero y piensas 
luego, adquieres estúpidamente.” Esto encuentra su justificación en que 
se debe planificar todo el espectro de cosas que involucra a la defensa.
 Tan es así, que el proceso de planificación de las políticas nacionales
 implica a la defensa y al desarrollo. La planificación de la defensa 
debe estar en conformidad con los medios y estar de acuerdo a la 
realidad nacional, manteniendo una “lógica” con el contexto 
internacional. 
Las
 políticas de defensa, que son la puesta en práctica de los planes de 
defensa, están diseñadas sobre la base de las “posibles” amenazas sean 
internas o externas al Estado. Esta política de defensa incluye a los 
medios necesarios para su aplicación, es decir los requerimientos 
tangibles y no tangibles,todos ellos involucrando al trinomio hombre, 
equipo y conocimiento.
Es
 necesario mencionar un aspecto vital para la defensa en relación al 
párrafo anterior. ¿Qué pasa cuando las “personas” que tienen la 
responsabilidad de dirigir las políticas de defensa creen en la “no 
existencia” de amenazas? Simplemente todo sale mal. Un funcionario que 
no considera la probabilidad de guerra futura, sub-conscientemente se 
reafirma que la falta de medios no es importante para defensa, por lo 
que en sí no son necesarios. Después de todo, si su hipótesis es “la no 
existencia” de conflictos futuros, ¿cuál es el apuro y la necesidad de 
adquirir dichos medios? 
Nunca
 se deberá permitir este tipo de concepciones (probabilidad de 
conflicto=cero o Amenazas de otros Estados=cero) en los altos mandos 
militares y civiles que dirigen la política de defensa del país, de lo 
contrario se repetirían las trágicas experiencias pasadas. Las amenazas 
siempre se manifestarán cuando un Estado es débil, muy al margen del 
crecimiento de su PBI. Es decir si un país quiere ser viable a futuro 
debe preocuparse en la defensa nacional tan igual como en su 
desarrollo. 
La
 Constitución Política del Perú, en su artículo 163.º menciona que: “El 
Estado garantiza la seguridad de la Nación mediante el Sistema de 
Seguridad Nacional. La Defensa Nacional es integral y permanente. Se 
desarrolla en los ámbitos interno y externo. Toda persona, natural o 
jurídica, está obligada a participar en la Defensa Nacional.” 
Por
 otro lado el artículo 3 de la ley N°27860, menciona la finalidad del 
Ministerio de Defensa:  “… es el órgano especializado del Poder 
Ejecutivo encargado de formular, ejecutar y supervisar la política de 
Defensa Nacional en el campo militar, así como de diseñar, planificar y 
coordinar la política de Defensa Nacional en los campos no militares. 
Asimismo, está encargado de formular y difundir la doctrina de Seguridad
 y Defensa Nacional y asesorar, planificar y coordinar las acciones que 
en esta materia realicen los órganos que integran el Consejo de Defensa 
Nacional.” 
El
 Estado está obligado a generar una situación de seguridad a su 
población, delegando esta función de manera constitucional a las FFAA 
enmarcadas en el Ministerio de Defensa. 
La
 situación de la operatividad de la defensa nacional no sólo se mejora 
con la adquisición de determinados medios físicos, sino también con el 
entrenamiento y práctica en el manejo de los mismos. La operatividad 
está en función de la sumatoria de los recursos físicos, humanos y 
cognitivos. 
Operatividad,f(∑[Recursos]):  
ü  Recursos físicos = Armas + Suministros + Repuestos + Equipos asociados  
ü  Recursos humanos (capacitado, entrenado y motivado) = Operadores + Abastecedores +  Mantenedores y Reparadores   
ü  Recursos cognitivos = Doctrina (conocimiento adquirido de la investigación y  experiencia)  
 | 
Como
 se puede apreciar la operatividad no sólo depende del estado o 
situación de las armas sino de todos los componentes en su conjunto. Así
 mismo, todos los recursos están condicionados en esencia a factores: 
económicos, políticos, estratégicos y de coyuntura internacional. 
Los Recursos físicos y las políticas de adquisiciones 
Muchos
 fabricantes ofertan productos con características muy peculiares que 
incrementan los precios, pero que en la práctica estos no representan 
ninguna ventaja sustancial. Ejemplo de ello lo encontramos con los 
equipos que operan en condiciones NBQ (nuclear, químico o biológico). El
 poseer esta ventaja en un equipo no es determinante en el contexto de 
una guerra futura. Ningún Estado en Sudamérica posee armas nucleares, 
químicas o biológicas, por lo que asumir un costo adicional en 
protecciones innecesarias es tirar el dinero.  
Los
 tanques T-55 venían con pinturas especiales de protección nuclear que 
podían mantener seguros a los tripulantes de las mortales radiaciones en
 ambientes contaminados, y esto en efecto era una de las cosas que más 
“orgullo” producían. Pero ¿en que contexto el Perú podía operar en 
ambientes con contaminación nuclear? ¡Cuanto adicionaba este factor al 
precio final del vehículo! 
Así
 mismo, otros materiales del arsenal “poseían” virtudes de poder admitir
 cargas NBQ, lo cual no es un desmedro en las capacidades del equipo 
pero tampoco es una “ventaja” de importancia, por lo que estar 
“orgulloso” de esa ventaja y no de las reales ventajas comparativas en 
un escenario regional, es caer en “absurdos subjetivos”. 
En
 cierta ocasión alguien comentó, en referencia a alguna antigua 
conversación, entre un fabricante de armamento europeo y algún miembro 
de una comitiva nacional: “...Ustedes nunca saben lo que quieren, son
 uno de los pocos países que piden ver todo el “muestrario” y nada 
tienen en mente, mientras otros vienen a decirnos directamente lo que 
quieren y para que así podemos asesorarlos y estos sacan un gran 
provecho a su compra…”. 
No
 es secreto el historial de compras militares manchadas por la 
corrupción. Muchas de ellas llegaron hasta los tribunales, por 
diferentes vías y con desalentadores resultados. Cuando la corrupción 
merma el criterio técnico en una adquisición, la defensa del país se ve 
en grave situación. Por ejemplo comprar un avión y por separado comprar 
los aditamentos “básicos” como cascos, trajes, cañones, etc. implica 
muchos procesos de compra, muchos sobreprecios y muchas comisiones. Si 
bien es cierto este tipo de delitos no es exclusividad de nuestro país, 
la reiterada percepción y posterior denuncia de estas acciones, han 
llevado, probablemente, a una situación “política” de: si se compra mal,
 mejor no comprar y si antes compraban los militares, ahora que lo hagan
 los civiles. 
Pensamiento
 equivocado que demostraría la incapacidad de resolver un problema 
demasiado arraigado en todo el aparato estatal, como lo evidencian las 
fallidas compras en otros sectores del Estado. Los directores de la 
política de defensa deben delegar a sus verdaderos “usuarios” la 
capacidad de compra, la cual de manera transparente debe estar 
debidamente sustentada, puesto que no se comprarán camionetas a algún 
distribuidor local, sino armas en algunos de los casos a proveedores 
exclusivos y monopólicos. Este requerimiento inclusive puede llevar a un
 nombre, marca y proveedor específico, por lo que todo el proceso de 
adquisición nunca será igual a los de bienes civiles. 
Cuando
 se planifica una adquisición en defensa se deben observar muchos 
aspectos que “nunca” deben ser obviados, mencionaremos algunos: 
Å     Costo/Beneficio  comparativo
Å     Canales de abastecimientos continuos y “no” interrumpibles en caso de conflicto
Å      Facilidades de operación y mantenimiento, etc.
Å     Posibilidad de intercambio tecnológico y producción local de repuestos. 
Por
 otro lado, el criterio máximo que prima para el empleo de las FF. AA. 
es la doctrina. Si consideramos que la doctrina de defensa implica un 
esquema “disuasivo–defensivo”, las adquisiciones que rompan este esquema
 tirarán al tacho de la basura cualquier planificación que conduzca al 
éxito en un conflicto. 
Elegir
 medios solo por la imitación de “si él lo tiene, yo también lo quiero” 
es en parte romper lo antes mencionado. Existen equipos cuya 
funcionalidad no es pensable en un esquema disuasivo defensivo. Ser 
disuasivo defensivo implica alejar de la mente las operaciones tipo 
blitzkrieg o guerra relámpago así como los “muy de moda” ataques 
preventivos. Esta concepción doctrinaria nacional implica ir más hacia 
la doctrina china o la finlandesa, las cuales se acondicionan a la 
espera del enemigo, es decir “dejar entrar al territorio pero nunca 
dejar salir”.  
Las
 doctrinas disuasivas defensivas o simplemente defensivas, se enmarcan 
en las concepciones de asimetría de fuerzas, donde por la limitación de 
recursos no es posible asumir ciertos “lujos”, por lo que cualquier 
elemento que se incorpore debe servir para “anular” al del oponente. 
Siempre será más barato un misil que un tanque, buque o avión. No se 
debe entender esto como que se deberían excluir de la panoplia de la 
defensa, sino más bien asumir escenarios probables realistas en que el 
enemigo eventualmente cuente con una sostenida superioridad de medios, 
que ocasionen una probable pérdida de la ventaja aérea, marina o 
terrestre.  
Un
 ejemplo lo encontramos en un hipotético escenario, donde se tuviesen 
que enfrentar tanques T-55 contra tanques Leopard II, la diferencia no 
solo es obvia, sino que los primeros simplemente no podrían ni siquiera 
acercárseles, si lo hiciesen y en una coyuntura más milagrosa que 
probabilística, sus disparos no perforarían el blindaje compuesto, por 
lo que solo restaría esperar estoicamente la aniquilación. 
Se
 podría pensar en mejorar las prestaciones del T-55, pero siempre se 
asumirían sus limitantes estructurales. Adicionar un misil no tiene 
sentido. Los tanques son blindados que pesan más de 40 toneladas, al 
dotarlo de un misil, que en la mejor de las situaciones tecnológicas 
pueda dispararse, rompe la función estratégica del vehículo, es decir 
éste es un medio lento y pesado que se emplea en formación como cabeza y
 fuerza de choque de otras armas (blindados e infantería), soldarle 
misiles lo hace vulnerable en extremo, puesto que solamente la metralla 
podría destruir el misil, con la consiguiente explosión que podría 
afectar seriamente al tanque.  
La
 efectividad del misil en caso de empleo, es prácticamente limitada en 
funciones, a diferencia de dotárselo a vehículos ligeros y por 
consiguiente rápidos. El blindaje del T-55 en su coraza frontal llega a 
los 100 mm de acero, débil incluso para resistir el impacto de un cohete
 antitanque de infantería. Adicionarle blindaje sea de tipo metálico 
angulado, compuesto o del tipo reactivo (ERA: explosive reactive 
armour), lo que incrementa el peso final significativamente del vehículo
 en detrimento de la movilidad, ello podría llegar a traducirse en un 
vehículo con una velocidad máxima inferior a 40 km/h versus los 60 a 70 
km/h de un Leopard II. Estos blindajes no garantizarían necesariamente 
la supervivencia de la tripulación al “primer” disparo recibido.   
Asimismo
 el T-55 posee un cañón de ánima lisa de 100 mm, completamente incapaz 
de atravesar la coraza del Leopard II, como se evidenció en las guerras 
del Golfo Pérsico. Esta arma tiene limitaciones de disparo con el 
vehículo en marcha, por lo que debe estar detenido para los disparos. No
 posee sistema computarizado de tiro ni estabilizadores, ni colimadores.
 Como única tecnología cuenta con un extractor de humos y medios 
optrónicos no digitales. Si comparamos el cañón de su adversario de 120 
mm estabilizado para tiro en movimiento así como completamente 
computarizado, con colimadores y con capacidad de tiro nocturno, las 
desventajas son obvias. 
Existe
 en el mercado un paquete de mejoras al T-55 creado por los rusos, el 
cual involucra al misil Bastión. Este es un misil disparado desde el 
cañón, guiado por un sistema de puntería laser. Sin embargo la 
perforación de blindaje es de 850 mm, demasiado escasa para atravesar el
 blindaje compuesto del Leopard II. (Aunque vale mencionar que no 
existen evidencias de empleo de este tipo de misil contra algún tanque 
de última generación en combate, que posea el blindaje estratificado de 
tipo Chobham). 
Si
 se busca adquirir un modelo más moderno como el T-72, los resultados 
son prácticamente los mismos. Este tanque aunque posee un cañón de 125 
mm, mejor blindaje y equipos más sofisticados, no garantiza la 
supervivencia en combate, asumiendo las experiencias en combate entre 
carros de la generación del Leopard II (M-1 Abrahams norteamericano o el
 Challenger británico) enfrentados con los T-72 iraquíes, los últimos 
corrieron igual suerte que los T-55.
  
El
 adquirir un gran parque de T-55 hace tres décadas fue una ventaja muy 
grande para esa época y prácticamente era incontestable, sin embargo hoy
 en día se cambiaron los papeles. En su momento este fue un gran tanque 
pero ante el cambio doctrinal de uso de ataque a defensa, se debe 
replantear su uso en la doctrina. Se pueden obtener mejores resultados 
con medios más económicos, basados en misiles termobáricos para 
infantería, blindados ligeros o vehículos de reconocimiento así como en 
plataformas aéreas (aviones como el Su-25 o helicópteros), los que 
siempre garantizarían mejores resultados que con los tanques. 
Otro
 ejemplo con respecto a las mejoras en los sistemas de armas lo tenemos 
en el avión MIG-29. Los rusos vienen ofertando un paquete de mejoras 
dentro de las cuales está la capacidad de aprovisionamiento en vuelo. De
 llegar a pensar en implementarse esta mejora al avión, valdría la pena 
hacer esta pregunta: ¿tenemos aviones cisterna? La respuesta es 
negativa, solo en caso de presupuestarse la adquisición de un avión 
cisterna “operativo” sí sería una mejora. Si no hay planes (ni recursos 
económicos para la compra de un avión cisterna) entonces ¿para qué 
necesitaríamos invertir en este tipo mejora? Como se ve, un aspecto 
puede hacer de una compra algo muy útil o simplemente tirar el dinero 
destinado a la defensa, salvo que se piense en la “seguridad 
cooperativa”, entonces sí serían útiles pero para el aliado hegemónico. 
Recordemos que las pequeñas cosas “innecesarias” que se adquieren van 
sumando “millones”, y justamente millones son los que se necesitan para 
operativizar muchos medios. 
La
 situación más favorable en el equipamiento de recursos físicos para la 
defensa es la capacidad de autoabastecerse. El Estado debe procurar el 
flujo continuo de armas, suministros, repuestos y equipos asociados en 
caso de conflicto. 
Cuando
 la situación externa del Estado se torna algo “tensa” los precios suben
 y los suministros se cortan, siendo muy difícil aprovisionarse de 
medios y solo tiene ventaja el Estado que produce sus propios recursos 
físicos. Los lineamientos de la política de defensa deben incluir en el 
tópico correspondiente a los medios de defensa, el desarrollo de una 
industria nacional. 
Pero
 esto no es nuevo, el período del 70 al 80 esto se hacía, no a un 100% 
pero algunos pasos se dieron, fabricación de sub-fusiles y fragatas 
clase Lupo, minas, granadas y munición de diversos calibres, inclusive 
para armamento de origen soviético. ¿Qué pasó? Pareciera que algunos 
gobiernos cayeron ante algunos asesores que pidieron eliminar estas 
capacidades. Las industrias fueron “arrasadas” y solo quedaron en el 
orgullo del recuerdo. Hace algunos meses el jefe de Estado, pidió al 
parecer en un acto más formal que sincero (esperemos que no), recuperar 
las capacidades del SIMA y FAME. Existe una verdadera comprensión de lo 
que significa “independencia” en defensa. El vecino del sur se ha 
enfrascado en los últimos 30 años en una carrera de producción que hoy 
en día solo es superada por México y Brasil en Latinoamérica. 
Las
 capacidades de producción, desde el punto de vista de tecnología son 
muy altas, existen mejores condiciones para desarrollar industrialmente 
la defensa que hace 20 años sin embargo las políticas de los gobernantes
 cada vez son más desfavorables.  
Como
 ejemplo en el rubro de munición mencionaremos que un soldado tiene como
 dotación 300 proyectiles de fusil, aproximadamente (de 10 a 15 
cargadores, dependiendo del calibre), los cuales le permitirán un tiempo
 de fuego en combate de 20 a 30 minutos (cálculo aproximado si se hace 
una estricta disciplina de fuego), es decir en una hora de combate habrá
 quemado 600 proyectiles. Es decir mil soldados requieren 600 mil 
proyectiles para aguantar 1 hora de fuego, en un hipotético escenario, 
continuando 10 mil soldados necesitarían 6 millones para las mismas 
condiciones de tiempo de fuego. No se puede calcular el tiempo de horas 
de fuego de un conflicto, el cual podría ser de 10 ó mil horas. En 
cualquiera de los casos hablaríamos de 60 a 6000 millones de 
proyectiles, por cada mil hombres en combate. Si el Estado no produce su
 propia munición ¿cuánto tiempo tendría hasta agotar sus “reservas”?  De
 igual modo podríamos establecer la analogía para la munición de 
artillería, bombas, cohetes de RPG, etc.  
Otro
 componente importante ligado al “no desarrollo” industrial en defensa, 
viene asociado a la corrupción. Para muchos es preferible comprar, 
simplemente por la cantidad de comisiones “no rastreables” que se 
presentan. Si el Estado fabrica sus propias armas ¿qué comisión se podrá
 recibir? Aquí radica un punto neurálgico de todo este tema, por lo que 
debemos sopesar beneficios personales con los beneficios nacionales. 
Lógicamente a los comisionistas tanto de las FF.AA como civiles, este 
desarrollo siempre será un estorbo, por lo que las operaciones para anular cualquier intento de industrializar la precaria defensa no se han dejado ni se dejarán esperar.        
Si
 el Estado se abastece de lo mínimo con industria propia, por lo menos 
la capacidad de seguir luchando podría sostenerse en el tiempo, de lo 
contrario los únicos que podrían abastecer al país son: Brasil, Bolivia,
 Colombia, Ecuador o Chile, o prestarse a servir de tránsito para 
equipamiento. Saque sus conclusiones. 
(Una
 explicación in extenso la puede encontrar en el artículo “Desarrollo de
 la industria militar en el Perú”, del autor. Publicada en: 
Pro-intellectum. Ed.Nº 2-Año 2, p.10–14). 
Recursos humanos 
De
 igual modo el recurso humano requiere la mayor de las atenciones, en la
 defensa participa personal civil y militar. Este último encargado 
directamente en las operaciones. Aquí mencionaremos al personal oficial,
 técnico y sub-oficial y a la tropa. 
Los
 cuadros de oficiales de las tres armas (marina, aviación y ejército) se
 forman en las escuelas de oficiales y continúan sus procesos formativos
 en las escuelas superiores de guerra. Esta preparación va en los 
aspectos físicos y académicos. La importancia de la homologación del 
grado con el equivalente universitario ha debido darse hace mucho 
tiempo. Esto contribuirá a un mejor desempeño por motivación y seguridad
 en la vida personal del oficial. Sin embargo es importante resaltar que
 bajo ninguna circunstancia se deben desnaturalizar los tópicos de 
enseñanza. Es preferible que un “ingeniero vea temas administrativos 
antes que un administrativo se las vea con las máquinas”. 
La
 base fundamental de la enseñanza académica debe residir en la capacidad
 de análisis e investigación desde los períodos formativos del oficial. 
La metodología de la investigación científica debe ser una forma de uso 
común en las tres armas. Esto va de la mano con la capacidad del 
autoabastecimiento de recursos y la búsqueda de soluciones rápidas y 
efectivas en campo. Si se desarrolla este espíritu de búsqueda de 
soluciones, se crearía una mística de innovación y mejora continua que 
afectaría sustancialmente la capacidad operativa de las fuerzas armadas.
  
Cuando
 se habla del recurso humano, se aprecian dos aspectos muy relevantes: 
la actitud y la aptitud. La preparación del personal siempre debe estar 
enfocada en mantener un equilibrio de ambos aspectos, puesto que uno no 
es válido sin el otro.  
La
 moral del personal no está en su mejor momento, gracias en gran parte, a
 la persecución y humillación del personal en todos los niveles por el 
tema de corrupción y derechos humanos. Las autoridades políticas deben 
comprender que la supervivencia de las FF.AA. depende mucho de la 
cohesión (esto no debe tomarse como complicidad), los responsables con 
nombres y apellidos deben pagar sus culpas pero esto no debe afectar la 
unidad militar. Si ella se resquebraja, tendremos muchos casos de 
insubordinación e incumplimiento de órdenes, y lo peligroso de esto es 
que suceda en una situación de conflicto. Por otro lado los temas 
remunerativos y pensionales influyen en gran medida en esta moral, donde
 la desmotivación, en otras palabras la actitud de la persona hace mella
 en sus aptitudes.  
Recordar
 que el canal de la aptitud es la actitud. Podemos entrenar con los 
mejores medios a los especialistas militares y sin embargo perseguirlos 
injustamente y/o reducir su economía familiar, luego por más capacitados
 que estén y por más mandato constitucional, ¿qué se podría esperar del 
cumplimiento eficiente de las órdenes si los militares son tan humanos 
como los civiles? 
Por
 otro lado, se debe potenciar el relacionamiento entre civiles y 
militares, así como afianzar el nivel de confianza en la cadena de mando
 de las unidades. El personal subalterno debe confiar en sus mandos y, a
 su vez, los mandos deben responder positivamente a ello. El caudillaje 
debe ser desterrado por el liderazgo como una estrategia de mejora 
continua en la motivación del personal. 
Vivimos
 en un tiempo de múltiples y silenciosas amenazas, muchas de ellas ya 
materializadas o en proceso de estarlas. Si la capacitación de los 
oficiales en las concepciones doctrinales se desvía políticamente, 
ejemplo el proceso clásico de “norteamericanización”, la defensa corre 
grave riesgo, puesto que las percepciones se van manejando de un modo en
 que “Estados amenaza” nos indiquen quienes son nuestras amenazas. 
Recursos cognitivos 
Los
 recursos cognitivos involucran todo el espectro del conocimiento, desde
 su producción hasta la constitución de un elemento doctrinario para la 
defensa. En este componente interviene el conocimiento no como un acopio
 de información sino como proceso continuo de asimilación del 
conocimiento, transformándose en base doctrinal. 
El
 conocimiento es algo que muchas veces se espera que esté abiertamente 
disponible. Existen concepciones equivocadas que implican la frase “todo
 está dicho, para que hacer algo que otros ya lo hicieron”. Grave error.
 Nada está dicho y si lo está siempre será diferente adquirir 
conocimiento por medio de la investigación y análisis que por el simple 
acto reflejo de “bajar” información. 
La
 experiencia del personal es quizás una de los activos más grande con 
que cuenta la defensa, sin embargo este conocimiento se pierde con cada 
baja o pase al retiro. La búsqueda de la continuidad del conocimiento en
 la defensa debe ser una constante, en la cual el servicio activo de las
 personas provea de información valiosa, proporcionando experiencias de 
vida que son difíciles de adquirir de otros modos. 
Un
 especialista en mantenimiento, un oficial a cargo de un sistema de 
calidad o un soldado que combate, adquieren en el curso del servicio, 
experiencias que les llevaron a dos situaciones: éxito y fracaso. Ambas 
son valiosas, se aprende de los errores pero se aprende más de los 
éxitos. Cuando la persona se retira de la institución a la cual sirvió, 
se lleva consigo un cúmulo de información constituido por estas 
vivencias, que implicarán en el futuro cometer los mismos errores o 
alejar posibilidades de éxito. 
¿Cuántas
 veces un soldado tiene la posibilidad de caminar bajo fuego sobre un 
campo minado?, ¿cuántas veces un piloto tiene la experiencia de ser 
atacado por misiles antiaéreos y sobrevivir? Estas son claras muestras 
de muchas de las vivencias que marcaron la diferencia de regresar vivo 
del frente o quedarse eternamente en el. O, por otro lado, ¿cuantas 
máquinas se han reparado con escasos recursos?, ¿cuántas soluciones 
creativas salieron de las mentes del personal de mantenimiento? Es 
responsabilidad de los mandos encargados en crear doctrina, el acopiar 
esta valiosa información y posteriormente procesarla y acondicionarla en
 información oficial útil para la formación continua de cuadros 
oficiales, suboficiales y técnicos así como personal de tropa. 
Todos
 estos recursos están íntimamente relacionados y no se puede esperar a 
trabajar uno y desatender otro. La operatividad de la Defensa Nacional 
no es algo que se pueda determinar con un solo factor. Que el jefe de 
las FF.AA., un ministro o el mismo presidente de la República declare 
demagógicamente  que estamos a la altura de las “circunstancias” contra 
nuestras amenazas, es algo para ilusos. Posiblemente se logre engañar a 
un sector de la población nacional pero no a los servicios de 
inteligencia ni del norte ni del sur, los que obviamente no son gente 
improvisada.
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*Pro-Intellectum, Ed. N° 5–octubre 2007
**http://www.voltairenet.org/article176190.html?var_mode=calcul