por Miguel Ángel Rodríguez Mackay
Edgardo
Mercado Jarrín ha partido. Su figura está asociada a una de las etapas
más dinámicas y proactivas de la política exterior del Perú. Para
muchos, la mejor proyección externa del país corresponde a los años
setenta. Lideró la acción exterior del país precisamente en un contexto
internacional marcado por la guerra fría y la bipolaridad, el no
alineamiento, las negociaciones diplomáticas para evitar o reducir los
conflictos regionales en zonas sensibles del planeta (Guerra de los Seis
Días, Yom Kippur, Vietnam, etc.,) y por un derecho internacional que se
alzaba para regular la nueva realidad internacional mostrando
instituciones jurídicas en proceso de consolidación, como sucedió con la
normatividad sobre la inmensidad de los océanos, precisamente gestada
al comienzo de esa década en la denominada Tercera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Hay, entonces, razones
fundadas que sustentan esta afirmación y el General Mercado Jarrín fue
parte de este proceso en su condición de Ministro de Relaciones
Exteriores.
Su
cualidad de aprehender la visión externalizada del Perú fue apoyada en
sus profundos conocimientos sobre geopolítica y estrategia. Esta ventaja
le permitió mirar con mejor perspectiva el ajedrez del sistema
internacional que se afianzaba por aquellos años.
En
efecto, fue un impulsor por convicción de la tesis de las 200 millas de
soberanía y jurisdicción sobre los recursos marinos de la cual el Perú,
junto a Chile y Ecuador, fue pionero en formularla desde los años
cuarenta. Viajó por Europa y hasta el África buscando que más Estados se
sumaran a la revolucionaria doctrina sobre el mar e incluso logró que
la República Popular de China que acababa de ser incorporada al Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas luego de una firme y valiente
votación favorable del Perú y otros países para generar su ingreso en la
ONU, decidiera soberanamente y en su condición de potencia, sumarse a
la tesis de las 200 millas, constituyendo un logro extraordinario si se
tenía en cuenta que ni la entonces Unión Soviética y ni el propio
Estados Unidos mostraron su disposición con la tesis marítima peruana;
además, diseñó la mejor estrategia para que en los años siguientes a
1971 el Perú liderara en la ONU con sus mejores cuadros diplomáticos las
negociaciones en torno de la referida Tercera Conferencia sobre el
Derecho del Mar. Asimismo, dados los desequilibrios y las marcadas
diferencias entre los estados de la comunidad internacional, por ese
entonces agrupados en los desarrollados y los subdesarrollados, Mercado
Jarrín apuntó el discurso con adecuada pertinencia en el marco del Grupo
de los 77, liderando los trabajos para la adopción de planes de acción
sobre temas específicos, llevando al debate internacional la
problemática del Canal de Suez, en el afán de mostrar el liderazgo del
Perú en asuntos del multilateralismo político y diplomático que
permitiera al país ganar espacios en otros asuntos claves para su
proyección internacional.
Lideró, del mismo modo, las reuniones
preparatorias para la Tercera UNCTAD a realizarse en Santiago de Chile
en 1971 afirmando la preocupación peruana por los enormes desequilibrios
entre los países desarrollados y los denominados países del Tercer
Mundo. Tuvo fe y apoyó decididamente el proceso de integración
subregional andino del Acuerdo de Cartagena creado en 1969, incluso con
el manifiesto gesto de asistir a las ceremonias del sesquicentenario de
la Batalla de Carabobo en junio de 1971, con el propósito de ir creando
el mejor contexto para la futura incorporación de Venezuela al Pacto
Andino en 1973. En relación a la situación de Cuba, en diciembre de
1971, presentó la iniciativa del Perú ante la OEA para que los estados
miembros que lo deseen voluntariamente restablezcan sus relaciones con
el gobierno de ese país.
Su
formación y dominio en los asuntos de seguridad y defensa lo llevó a
fundar y presidir el Instituto Peruano de Estudios Geopolíticos y
Estratégicos – IPEGE, desde allí mostró con gran erudición su
preocupación por el asunto de la Antártida y nuestros intereses en el
continente blanco, habiendo organizado el IPEGE en 1984 un seminario que
luego editó el libro “El Perú y la Antártida” de enorme trascendencia
en el proceso de afirmación de la política exterior peruana sobre este
continente y que tuvo la oportunidad de relievarlo en un excelente
artículo que escribió en la Revista Peruana de Derecho Internacional, a
propósito de celebrase en Lima, por primera vez, la XXIII Reunión
Consultiva del Tratado Antártico, en junio de 1999. Su descollante
actividad como Canciller del Perú –luego fue Presidente del Consejo de
Ministros entre 1973 y 1975-, llevó a que la histórica y centenaria
Sociedad Peruana de Derecho Internacional, lo incorporara a su seno el
20 de junio de 1995. Mercado Jarrín es un ejemplo para las nuevas
generaciones de militares de nuestra patria. Les ha legado la exigencia
de que deben formarse y cultivarse en derecho internacional y relaciones
internacionales porque el militar de la globalización debe participar
activamente en la construcción y adopción de la mejor agenda externa del
Perú.
*Internacionalista.
Decano de la Facultad de Derecho, Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Tecnológica del Perú. Miembro del
Consejo Consultivo de Derecho Internacional del Ilustre Colegio de
Abogados de Lima.
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