sábado, 10 de septiembre de 2011

El heroísmo de la fragata Independencia

combate iquique

Por César Vásquez Bazán

La fragata peruana “Independencia” encallada frente a Punta Gruesa, Iquique, el 21 de mayo de 1879. A la izquierda aparece la goleta chilena “Covadonga” desde la que se cañoneó, ametralló y efectuaron descargas de fusilería contra los náufragos peruanos.

“Los militares heridos o enfermos serán recogidos y cuidados, sea cual fuere la nación a que pertenezcan.”

Convenio de Ginebra del 22 de agosto de 1864 para el mejoramiento de la suerte de los militares heridos en los ejércitos en campaña, artículo 6.

El principal crimen de guerra cometido por Chile contra el Perú y Bolivia durante la Guerra del Salitre, entre 1879 y 1884, fue el asesinato, tortura, tratamiento inhumano y maltrato de heridos, náufragos, prisioneros de guerra y población civil de los territorios ocupados.

Las acciones de aniquilamiento cumplidas por los militares chilenos no constituyeron hechos aislados o casuales. En la historia del conflicto han quedado registradas las atrocidades cometidas por los invasores del sur, por lo que éstas deben considerarse como expresión de una política deliberada y sistemática.

En esta breve nota se tratará uno de los primeros casos de barbarie chilena contra combatientes peruanos. Se trata de la masacre de los náufragos de la Independencia, blindado que encalló durante el combate de Iquique, frente a Punta Gruesa, el 21 de mayo de 1879. Tras hacer agua, la dotación de la Independencia se vio progresivamente imposibilitada de usar sus cañones y armamento. Al agravarse la situación de la fragata, la mayoría de sus más de trescientos tripulantes se lanzaron al mar para tratar de alcanzar la costa a nado o en botes.

Al constatar el estado de la nave peruana, la Covadonga detuvo su huída y regresó a la escena del combate. Cumpliendo órdenes del en ese entonces capitán de corbeta Carlos Condell de la Haza, la goleta chilena cañoneó, ametralló y descargó su fusilería por más de cuarenta minutos sobre los náufragos de la Independencia cuando éstos no tenían armas ni posibilidad de defenderse.

Testimonios sobre la masacre

Existen diversos testimonios de origen chileno y peruano que documentan la masacre de los náufragos de la Independencia.

Entre los testimonios chilenos pueden citarse los proporcionados por el historiador Benjamín Vicuña Mackenna, el diario El Mercurio de Valparaíso y el comandante en jefe de la escuadra sureña, Juan Williams Rebolledo.

En el campo peruano debe mencionarse la relación hecha por testigos presenciales del combate entre la Independencia y la Covadonga. Entre ellos, aparece el nombre de Modesto Molina, redactor del diario El Comerciode Iquique, y Benito Neto, corresponsal del diario La Patria de Lima. Asimismo, es importante considerar la exposición del marino Fortunato Salaverry, oficial de señales de la Independencia, y la descripción proporcionada por historiadores como Mariano Felipe Paz Soldán y Jorge Basadre.

Testimonios chilenos sobre la masacre

En su obra Episodios marítimos: Las dos Esmeraldas, Benjamín Vicuña Mackenna reconoció que los dirigidos por Condell efectuaron descargas de fusilería en contra de los indefensos marinos peruanos que nadaban tratando de salvarse del naufragio de la Independencia. Sin embargo, trató de restar importancia al incidente, atribuyéndolo al furor de la contienda, a la falta de control de algunos pocos marineros chilenos y al hecho que los náufragos peruanos no se habían rendido. El historiador chileno escribió:

“Fue dolor, sin embargo, que… se sintiesen a bordo de la goleta victoriosa algunos disparos de rifle, hechos por marineros bravíos cebados en la batalla por la fiebre del combate.

Y sin embargo que estos hechos han pasado así, con tan natural llaneza, grande e incomprensible ha sido la alharaca de los vencidos… [que] han acusado de asesinos a los que dispararon sobre hombres no rendidos.”

(Vicuña, 438-439)

vicuna macjena 438

La masacre de los marineros de la “Independencia” en versión del historiador Vicuña Mackenna. Según el historiador chileno, el hecho sólo involucró “algunos disparos de rifle de la goleta victoriosa.” Haga clic sobre ésta y las siguientes imágenes para ampliarlas y leerlas con mayor comodidad.

vicuna mackenna 439

Vicuña Mackenna intentó justificar “los disparos de rifle de la goleta victoriosa” aduciendo que los marineros de la “Independencia” no se habían rendido.

El segundo testimonio chileno proviene del periódico El Mercurio de Valparaíso, edición del 4 de junio de 1879. El diario relata los hechos de la siguiente manera: “Eran las 12.45 p.m. y todo había concluido. LaIndependencia se recostaba por estribor, su gente caía al agua, sus botes se volcaban, la fusilería de la Covadonga hacía destrozos” (citado en Caivano, 241).

El tercer testimonio chileno fue proporcionado por Juan Williams Rebolledo, comandante en jefe de la escuadra chilena. El dos de junio de 1879, Williams redactó su parte sobre el combate de Iquique, signado con el número 194. En él describió que “Las bajas del Covadonga se ignoran, lo mismo que las del Huáscar e Independencia, pero se cree que hayan sido muchas las de este último buque, pues ayer todavía hemos visto flotando sobre las aguas algunos cadáveres cerca de Punta Gruesa” (Parte 194 incluido en Ahumada, 12).

El relato del comandante de la escuadra del sur proporciona una idea de la magnitud de la masacre teniendo en cuenta que once días después del combate aún flotaban frente a Iquique los cuerpos sin vida de los marinos de la Independencia. A pesar que Williams se encontraba en el blindadoBlanco Encalada, al ancla en Iquique, los cadáveres de los náufragos peruanos no fueron recogidos ni por esa ni por ninguna nave chilena. Williams demostró así tener similar actitud a la de Condell, quien tampoco se preocupó de auxiliar a los náufragos de la Independencia cuando nadaban por sus vidas. Mientras Grau recogió a los sobrevivientes de laEsmeralda y los entregó como prisioneros en Iquique, el capitán chileno no auxilió a ningún náufrago peruano. El informe de Condell dando cuenta del combate de Iquique no menciona haber tomado prisionero peruano alguno.

Ver documento aquí

El Parte 194 de Juan Williams Rebolledo, comandante en jefe de la escuadra chilena y los cadáveres peruanos flotando frente a Iquique once días después del combate.

Testimonios peruanos sobre la masacre

El primero de los testimonios peruanos fue provisto por Modesto Molina, quien presenció el combate como redactor del diario El Comercio de Iquique. Molina escribió: “Luego que el Huáscar tomó a los prisioneros que, en número de cerca de cuarenta, pudieron salvarse, se dirigió al sur en persecución de la Covadonga y en auxilio del blindado. Cuando ésta vio a nuestro monitor, cesó en la infame tarea de asesinar náufragos, y tomó la fuga” (incluido como documento número 25-I en Vicuña, CLXXIII).

Benito Neto, corresponsal del diario La Patria de Lima también fue testigo presencial de la matanza. El 23 de mayo de 1879, escribiendo desde Iquique, Neto relató la masacre en los siguientes términos:

“Mientras que los náufragos de la Esmeralda recibían de parte de nuestros marinos todo género de socorros y de consideraciones, los de la Independencia eran cobardemente asesinados por los chilenos.

He ahí, en dos episodios daguerreotipados el carácter, la índole de dos pueblos.

El uno altivo, caballeresco y humano; el otro alevoso, rastrero y cobarde.

¡Miserables!”

El informe de Neto fue incluido como documento número 25-II en Vicuña, CLXXX.

Asimismo, debe citarse la exposición de Fortunato Salaverry, oficial de señales de la Independencia, declaración hecha en Lima, el 11 de junio de 1879. Escribió Salaverry:

“Perdido ya el buque [la Independencia] , se izó en el trinquete una bandera a cuadros rojos y blancos en sentido diagonal, antecedida de la inteligencia delHuáscar pidiéndole socorro, la que fue arriada poco después, por ser inútil la señal, desde que nuestro monitor se encontraba como a doce millas de distancia. La bandera de la señal al Huáscar no ha podido pues equivocarse con la de parlamento, por el comandante de la Covadonga: y si por tal la tuvo ¿cómo es qué continuó haciendo fuego, por más de cuarenta minutos, sobre los tripulantes de la nave encallada que ya no se le contestaba, porque no tenían con qué; sobre los náufragos, cuya sangre hemos visto en el agua, por varias partes; y aún sobre los que ya salvos, se refugiaban en tierra y donde fue herido por una bala de rifle el practicante de medicina don Manuel Ugarte? ¿Qué puede contestar a estos hechos el señor Condell, ante su conciencia y la humanidad?… [Los marinos enemigos] estaban recreándose en fusilar a los que luchaban con las olas por salvarse” (incluido como documento número 28 en Vicuña, CXCVIII y CXCIX).

Los historiadores peruanos también registraron la masacre de los marinos de la Independencia. En su Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia, Mariano Felipe Paz Soldán (174-175) escribió:

“La Covadonga huía velozmente, al observar que laIndependencia estaba inmóvil y completamente recostada, regresó, vio que la tripulación se salvaba en botes y se dirigía a la playa vecina, en donde la fuerza de tierra la esperaba para socorrerla; en esas circunstancias, Carlos Condell, comandante de la Covadonga mandó hacer fuego de cañón y de fusilería sobre los náufragos, victimándolos a mansalva y sobre seguro: contraste singular con lo que el noble Comandante del Huáscar hacía en esos mismos momentos con los náufragos de la Esmeralda, a quienes salvaba en sus propios botes; descuidando la protección a sus compañeros… Indigno y sanguinario comportamiento [el] del Comandante de la Covadonga con los náufragos de la Independencia.”

Finalmente, Basadre explicó:

“Se llenó de agua el buque, apagáronse los fuegos y se suspendieron los calderos. La Covadonga regresó entonces para ametrallar a los náufragos. Los cañones de laIndependencia contestaron aunque casi los cubría el agua; luego siguieron las ametralladoras de las cofas y los rifles y revólveres de la tripulación agolpada en la cubierta, hasta agotarse las municiones. Y a mansalva, laCovadonga siguió haciendo fuego a los tripulantes que nadaban en el mar y al buque mismo” (Basadre, 72).

Conclusión

Como se mencionó al inicio de esta nota, el principal crimen de guerra cometido por Chile durante la Guerra del Salitre fue el asesinato deliberado y sistemático de heridos y náufragos peruanos. La masacre de los infortunados marineros de la Independencia, a la terminación del combate de Iquique, es sólo una de las primeras expresiones de la barbarie del invasor contra los combatientes peruanos. El responsable de la matanza de Punta Gruesa fue el capitán Condell, comandante de la Covadonga, quien es considerado un héroe en Chile al atribuírsele la responsabilidad del encallamiento de la Independencia. Sin embargo, un análisis más completo de sus actos tras el combate de Iquique no lo califica como un titán sino como un verdugo de centenares de hombres que, desarmados y nadando, luchaban por salvar la vida. El fusilamiento de náufragos no es propio de héroes; anuncia más bien la presencia de un criminal de guerra, que es lo que representa en el Perú el nombre del oficial de la Armada chilena Carlos Condell de la Haza.

Fuentes bibliográficas

Ahumada Moreno, Pascual. 1888. La Guerra del Pacífico. Valparaíso: Imprenta y Librería Americana, Tomo V.

Basadre, Jorge. 1968-70. Historia de la República del Perú. 6ta. ed. Lima: Editorial Universitaria, Tomo VIII.

Caivano, Tomás. 1904. Historia de la Guerra de América entre Chile, Perú y Bolivia. Iquique: Librería Italiana Baghetti Hermanos.

Paz Soldán, Mariano Felipe. 1884. Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. Buenos Aires: Imprenta y Librería de Mayo.

Vicuña Mackenna, Benjamín. 1879. Episodios marítimos: Las dos Esmeraldas. Santiago de Chile: Rafael Jover editor.

http://cavb.blogspot.com/

1 comentario:

  1. No entiendo como se puede hablar de naufragos de un barco que nunca se hundio. Prueba de ello es la oficialidad espero por mas de cinco horas a que fueran rescatados por Grau a su regreso de persehguir a la Covadonga. Ademas, ni el parte del Capitan Juan More, ni el de Miguel Grau, ni el recuento del corresponsal de El Comercio, José Rodolfo del Campo,hacen ninguna mencion a ello.

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