Los medios de comunicación traen la noticia de la detención ayer lunes en Arequipa del chileno Mauricio Arnaldo Pavez Munilla, quien estaba fotografiando la parte exterior del cuartel Salaverry.
Este
hecho demuestra la vulnerabilidad de la zona sur del Perú, y en
particular Arequipa, donde anteriormente fueron detenidos dos chilenos
que llevaban en helicóptero provisiones para infiltrados chilenos
expertos en técnicas de supervivencia que espían la base aérea La Joya.
Como
ha sucedido en otros casos, Chile no solo va a negar que esa persona es
espía, sino que va a decir que es orate (como sucedió cuando capturaron
a un chileno espía en Piura), vagabundo o simplemente un individuo que
actúa por su cuenta.
Sospechosa captura
La
forma en que se capturó a Pavez indica que su misión principal no era
ejecutar un espionaje externo sino provocar su captura para establecer o
restablecer vínculos personales directos, que refuercen la amplia
infiltración que los chilenos tienen en Arequipa a partir del
funcionamiento de empresas chilenas, que son nido y fuente del
espionaje. Chile manda a sus espías con la seguridad de que en el Perú
no los van a condenar a pena de cárcel ni los van a fusilar, que es lo
que el pueblo desea, porque al aplicarse la ley peruana, hay excepciones
que protegen a los ciudadanos chilenos espías, que sin ser diplomáticos
gozan de cierta inmunidad.
Por
otro lado, desde que es de público conocimiento que el estado peruano
ha cedido el Triángulo de Tacna a Chile, las autoridades peruanas temen
aplicar con rigor la ley si capturan chilenos, cualquiera que sea el
motivo; estas autoridades sienten que su jurisdicción está, por decir lo
menos, interferida por la más fuerte jurisdicción de la soberanía
chilena.
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