Desde otra perspectiva
Este
cinco de mayo se cumplieron 150 años de la Batalla de Puebla entre el
invasor francés y “los mexicanos”. La única batalla ganada a los
extranjeros en la historia de México. Más allá de los discursos
patrioteros, es necesario revisar y repensar la historia para entender
el presente y definir el futuro. De no hacerlo, seguiremos tercamente
repitiendo la historia, sin poder salir del “laberinto de la
desolación”.
Primero
debemos de situar el contexto histórico que llevó a esa batalla. Durante
los tres siglos de Colonia, los gachupines (españoles nacidos en
España) y los criollos (españoles nacidos en América) mantuvieron una
confrontación producto del injusto “Sistema de Castas”, en el que los
criollos no podía acceder a la cumbre del poder económico, político,
militar, religioso y social. Eran pues, “españoles de segunda”.
En 1810
los criollos Hidalgo y Allende iniciaron un estallido social para
mejorar sus condiciones de clase, levantando a los anahuacas en contra
de los peninsulares. Hidalgo al grito de “es hora de matar gachupines”
incendió el Bajío.
Once años
de guerra civil, ahora sumados los mestizos con Morelos, culminará con
la primera “concertasección” en la que el criollo Iturbide traiciona a
los gachupines que le han dado un ejército para acabar la débil flama de
la insurgencia que sobrevivía en las montañas del Sur.
Guerrero e Iturbide con el “abrazo de Acatempan” sellan la expulsión de los gachupines que se dará totalmente hasta 1828.
De esta
manera los criollos en 1821 crean “su país para ellos y de ellos”,
traicionan a los pueblos anahuacas que habían sido la “carne de cañón” y
los habían acompañado los once años de guerra civil esperando mejores
condiciones de vida para ellos y el reconocimiento de su civilización.
Sin embargo son EXCLUIDOS del nuevo país y mantendrán, en esencia, las mismas condiciones del periodo colonial.
En 1821
la mayoría de “los mal llamados mexicanos” eran anahuacas que no
hablaban español y eran analfabetos. El “pueblo-pueblo” y su milenaria
civilización no contaron para nada en la creación del país que pretendía
desarrollarse bajo la influencia del modelo europeo o Norteamericano
según los criollos.
El
problema de ayer —y de hoy— de los criollos, tiene dos grandes
vertientes. Su comprobada mediocridad e incapacidad para conducir un
país, por una parte, y por la otra, el que desde 1821 se dividieron en
dos bandos (conservadores vs. liberales, centralistas vs. federalistas,
monárquicos vs. republicanos, masones escoceses vs. yorkinos, panistas
vs. priísitas) y se la han pasado luchando por imponer dos modelos
diferentes de país.
Ésta
lucha permanente ha sido utilizada por potencias y empresas extranjeras
para explotar, robar y depredar al pueblo y sus recursos naturales de
manera abierta y cínica.
Los
criollos que recibieron el Virreinato de la Nueva España como una de las
principales fuentes de riqueza de la corona española, tras once años de
guerra civil y la expulsión de sus capitales españoles (1828), quedó en
total banca rota para iniciar la “construcción de su país”.
Y como
siempre lo hicieron con el pie izquierdo y con suma torpeza. Su
“democracia bananera” comenzó con un gran boato “El Imperio de
Iturbide”, en esencia el sistema colonial se mantuvo y los criollos
trataron de armar una lujosa “corte imperial”, pero como la economía
estaba destruida por la guerra y la expulsión de los capitales
españoles, empezaron a pedir prestado a los bancos europeos para
solventar el gasto corriente de sus sueños imperiales.
Santa Anna y la invasión Norteamericana fueron dos grandes males y el país de los criollos para los criollos iba de mal en peor, no solo por las torpezas, sino por la corrupción y las luchas intestinas nacionales y regionales por el poder que no tenían fin. Dos modelos y tres realidades.
Santa Anna y la invasión Norteamericana fueron dos grandes males y el país de los criollos para los criollos iba de mal en peor, no solo por las torpezas, sino por la corrupción y las luchas intestinas nacionales y regionales por el poder que no tenían fin. Dos modelos y tres realidades.
El modelo
conservador-francés de un puñado de criollos, el modelo
liberal-Norteamericano de otro puñado de criollos en el “México
imaginario”. Y el modelo anahuaca de la mayoría del pueblo. Aunque era
el mayoritario, estaba totalmente excluido y no tenía ni voz ni voto. El
México profundo y el México imaginario de Bonfil batalla.
El
enfrentamiento entre los criollos los llevó a la llamada Guerra de
Reforma y cuando se vieron derrotados los conservadores, no dudaron en
ir a pedir a Francia la intervención en contra de “su país”.
Napoleón III tenía la pérfida idea de recuperar las colonias “iberoamericanas” perdidas por la debilidad española, por lo que “se inventó” el mito que las ex colonias eran ¡!!LATINOAMERICANAS!!!, por lo cual los franceses tenían derecho histórico sobre ellas.
Napoleón III tenía la pérfida idea de recuperar las colonias “iberoamericanas” perdidas por la debilidad española, por lo que “se inventó” el mito que las ex colonias eran ¡!!LATINOAMERICANAS!!!, por lo cual los franceses tenían derecho histórico sobre ellas.
En medio
de estos 41 años de desastres, luchas políticas, batallas fratricidas,
economía hecha pedazos, los agiotistas internacionales y sus bancos,
seguían aumentando las deudas y los intereses del desordenado país y de
sus irresponsables dirigentes.
A tal
punto que los gobiernos de Inglaterra, España y Francia formaron una
alianza llamada la Convención de Londres para exigir al gobierno de
Juárez el pago de la deuda a sus banqueros.
Inglaterra
y España aceptaron la “sacrificada” propuesta de Juárez, pero Francia
encontró la justificación para iniciar, no solo la invasión a México,
sino la supuesta recuperación de las colonias iberoamericanas a favor de
Francia.
Es esta
la razón de la presencia de las tropas francesas en Puebla en 1862. Lo
que no dice la “Historia Oficial” es que en ese momento en México se
seguía combatiendo entre conservadores y liberales, el país seguía en
una lucha fratricida como cuando nos invadieron los Estados Unidos en
1847.
En efecto, el general conservador Márquez con dos mil hombres de caballería luchó a favor de los franceses el cuatro de mayo en contra de los hombres de Zaragoza y las familias acomodadas de Puebla preparaban con gran entusiasmo la recepción de los franceses después de que derrotaran a los liberarles en los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
En efecto, el general conservador Márquez con dos mil hombres de caballería luchó a favor de los franceses el cuatro de mayo en contra de los hombres de Zaragoza y las familias acomodadas de Puebla preparaban con gran entusiasmo la recepción de los franceses después de que derrotaran a los liberarles en los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
Lo que
escamotea la “Historia Oficial” es la decisiva participación de los
anahuacas zacapoaxtlas, quienes sorprendieron a la tropa de elite
francesa conocida como “los zuavos”, a quienes derrotaron en la lucha
cuerpo a cuerpo. El desplome de los zuavos inclinó la balanza en contra
del invasor europeo.
El punto
es que la lucha entre los criollos y la exclusión del pueblo y la
cultura anahuaca del modelo de país, no solo fue la causa de la invasión
francesa, sino sigue siendo la causa del deterioro nacional.
Las
luchas, traiciones y entregas que se han dado desde 1821 hasta nuestros
días, han hecho que este país (su país) esté tocando fondo.
Las
riquezas naturales y la riqueza humana (producto de ser una de las seis
civilizaciones más antiguas con origen autónomo del mundo), en la
salvaje y despiadada depredación del país, ha producido y sigue
produciendo mucha riqueza mal habida, de propio y extraños.
La incapacidad de los criollos, sus luchas, traiciones y su permanente falta de amor y compromiso por el pueblo del Anáhuac a ideo de mal en peor en estos 191 años “de vida independiente”.
La incapacidad de los criollos, sus luchas, traiciones y su permanente falta de amor y compromiso por el pueblo del Anáhuac a ideo de mal en peor en estos 191 años “de vida independiente”.
Han perdido más de la mitad del territorio, perdieron la soberanía política, económica, alimentaria, de los recursos naturales. Sus torpezas y miopías han hecho que más de un 10% de la población éste de “ilegal” con los vecinos del Norte.
Por su
torpeza y corrupción perdieron la estabilidad social y entregaron al
pueblo y las instituciones al crimen organizado. Se perdió el Mercado
interno.
Se perdió
el campo, la mediana y pequeña empresa, se ha destruido el sistema
educativo desde el jardín de niños hasta la universidad.
La traición de los conservadores de mitad del Siglo XIX, sigue siendo idéntica en pleno Siglo XXI. Se entrega los energéticos, se destruye y debilita a las empresas nacionales, el subsuelo se les regala a las toxicas compañías mineras, a los trabajadores se les mantiene con sueldos de hambre y se les reducen las prestaciones.
La traición de los conservadores de mitad del Siglo XIX, sigue siendo idéntica en pleno Siglo XXI. Se entrega los energéticos, se destruye y debilita a las empresas nacionales, el subsuelo se les regala a las toxicas compañías mineras, a los trabajadores se les mantiene con sueldos de hambre y se les reducen las prestaciones.
Los gobiernos trabajan para las empresas trasnacionales en contra de los derechos de los ciudadanos del país.
Se siguen
pelando los criollos conservadores contra los criollos liberales,
cobijados por un corrupto sistema político y un injusto sistema
económico que favorece a un puñado de ricos, a los monopolios, a las
empresas trasnacionales, a las instituciones supra nacionales.
Los
criollos, panistas o priístas hacen alianzas con los peores enemigos del
pueblo y la nación, con tal de favorecer sus míseros intereses
económicos y políticos.
Y todo esto es posible y se repite una y otra vez, porque el pueblo anahuaca está enajenado, ha perdido su memoria histórica.
Y todo esto es posible y se repite una y otra vez, porque el pueblo anahuaca está enajenado, ha perdido su memoria histórica.
Se le ha
educado a menospreciarse, a desconocerse, a rechazarse, a denigrarse. La
gran mayoría del pueblo, especialmente los mestizos desculturizados, no
tienen identidad primigenia, han perdido los valores ancestrales, viven
atrapados en una modernidad que nunca llega y en dónde son rechazados y
menospreciados.
El
colonizador de ayer y de hoy, desprecia y excluye al colonizado, por
ello, el pueblo se ha convertido en un “colonizador-colonizado”,
tratando de abusar del débil y aguantándose cundo lo abusa otro más
fuerte. Ha perdido la noción de la Justicia, la Honradez y la del
Respeto.
Lo que no
dice la “Historia Oficial” es que los franceses regresaron y tomaron
Puebla, la Capital y gran parte del país. Y sí se tuvieron que ir, fue
por la Guerra Franco-Prusiana, pero la invasión continua cotidianamente.
Los criollos en el poder —panistas o priístas—, entregan al pueblo y sus recursos naturales al mejor postor por unas migajas.
La
traición al pueblo y a la patria ha sido permanente por los que nos han
gobernado en estos 191 años, independientemente del color de su partido o
de su ideología extranjerizante.
Los
criollos ante el juicio de la Historia, jamás han amado al pueblo, jamás
se han comprometido con él, jamás les ha interesado conocer y valorar
su milenaria historia y civilización.
Desde
Hernán Cortés hasta Felipe Calderón, con algunas valiosas excepciones,
casi todas las autoridades “de este país”, han gobernado de espaldas de
los intereses y valores del pueblo y su cultura ancestral.
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