martes, 23 de agosto de 2011

NADIE DEBE ALEGRARSE POR LA CAÍDA DE GADDAFI


La codicia de las transnacionales petroleras ganó la batalla...pero no la guerra


ACTUALIZACIÓN: EL ÚLTIMO MENSAJE DE GADDAFI AL PUEBLO LIBIO.



Las tropas de la OTAN (Organizacion del Tratado del Atlántico Norte) compuestas y encabezadas principalmente por NORTEAMERICANOS, y secundadas por SUS CÓMPLICES del CNT (Consejo Nacional de Transición), estos últimos al mando de Mustafá Abdeljalil, han llegado a Trípoli, amenazando el palacio de gobierno de Muamar Gaddafi. El coro mediático mercenario peruano e internacional se alegra por esto. Los titulares de diarios y noticiarios de radio y TV unánimemente dicen "A punto de caer el dictador", "Libia a un paso de la libertad", "Vientos de democracia soplan en Libia" y otras huachafadas y lugares comunes periodísticos. Además hay que recordar que Alan García apoyó la invasión a Libia. Nosotros los reservistas etnocaceristas NO NOS ALEGRAMOS POR LA CAÍDA DE GADDAFI. ¿Por qué? ¿Porque Gaddafi nos financia? ¿Porque somos hinchas de las dictaduras? ¿O por puro romanticismo revolucionario? Nada de ello.
Ante todo, nosotros ya hemos hablado sobre esta invasión en anteriores artículos en este blog. Para ahorrar tiempo, indicamos los artículos a continuación:

http://bloglavozdelreservista.blogspot.com/2011/03/por-que-es-preocupante-la-invasion.html

http://bloglavozdelreservista.blogspot.com/2011/03/nuestra-solidaridad-con-libia-ante-el.html

http://bloglavozdelreservista.blogspot.com/2011/02/historia-de-dos-dictaduras.html

No nos alegramos por la caída de Gaddafi. Éstas son las razones:

a) Se repite la misma historia de Irak. Con el pretexto de derrocar a Saddam Hussein (quien fue en su momento apoyado por Estados Unidos...) el ejército norteamericano, secundado por sus fieles gobiernos sirvientes europeos (como el de Aznar) invadió Irak y logró apresar a Hussein, sometiéndolo a juicio y luego ejecutándolo. Hoy, tras varios años de dominio estadounidense, Irak es un infierno, pero para las compañías petroleras norteamericanas es un verdadero paraíso. Y ahora que la crisis económica, fomentada por la codicia y la psicopatía financiera, agobia al mundo, las transnacionales del petróleo están como perros, ladrando y mordiendo por su presa, dirigiendo las fauces hacia Libia.

b) Se consolida la peligrosa costumbre de usar pretextos como la "guerra contra el terror" o la "lucha contra las dictaduras", para invadir países SOBERANOS. Libia, por ejemplo, digan lo que digan los "demócratas", es un PAÍS SOBERANO, porque todas las decisiones políticas, económicas y sociales libias han sido realizadas por el GOBIERNO LIBIO, sin la injerencia abusiva del FMI, del BM y de los demás organismos internacionales que, en la práctica, son teledirigidos desde Washington.

c) Digámoslo sin hipocresía: los gringos se meten a la guerra para saquear los recursos naturales (en el caso de Irak y Libia es por el petróleo, y está sentada la amenaza a Venezuela, con el pretexto de sacar a Hugo Chávez del poder). En momentos en que la crisis económica engulle como un monstruo de pesadilla a los países "desarrollados", el hambre por recursos naturales estratégicos (como el petróleo, la madera, el uranio, el oro y hasta el AGUA) atiza la codicia de las transnacionales de estos países "ricos", encabezados por EEUU. Basta ver el triste caso del COLTÁN, cuyas minas se hallan en África y que han desencadenado conflictos militares promovidos por las multinacionales de la electrónica:

18 de junio del 2003

En tierras de África

Ana Delicado
CCS

No es muy conocido, pero es ya imprescindible. Con él las baterías de los teléfonos móviles mantienen más tiempo su carga. Es necesario para el mejor funcionamiento de aparatos electrónicos, misiles balísticos o videojuegos. Por él, Sony no tuvo más remedio que atrasar el lanzamiento de la Play-Station 2. El coltan, también conocido como colombio-tántalo, facilita nuestra vida. No tanto la de los congoleños.

Desde hace años el coltan empezó a escasear en Australia, Brasil y Tailandia. El gran aumento de la demanda, debido en gran parte al auge de los teléfonos móviles, estimuló el comercio ilegal de este mineral en África central.

Para muchos países de esta zona, la devaluación de los productos mineros tradicionales y la desertización de los campos de cultivo provocaron una revalorización de este sector alternativo. En la República Democrática del Congo (RDC) se encuentra el 80% de este preciado mineral. En los 10 últimos años, grandes multinacionales, como Nokia, Ericsonn, Siemens, Sony, Bayer, Intel, Hitachi o IBM, se disputan 'el tesoro' a través de aliados autóctonos.

En 1997, fue derrocado el presidente congoleño Mobutu Sese Seko, de estrecha relación con los capitales imperialistas de origen francés. Kagame, presidente de Ruanda, y Museyeni, de Uganda, lideraron la conquista de la capital Kinshasa y colocaron al mando a L. Kabila. Hoy Ruanda, Angola y Burundi, apoyados por EEUU y solventados por créditos del FMI y el Banco Mundial, se enfrentan a la RDC en una devastadora guerra: cuatro millones de víctimas civiles, más de dos millones de desplazados y medio millón de refugiados.

Mientras los gobiernos de estos países se disputan el territorio y empobrecen aún más si cabe a sus pueblos, las empresas mixtas se reparten el control económico de la región. Controlan incluso el transporte. Las zonas militares de los aeropuertos internacionales de Kigali y Entebe son un claro ejemplo: ni impuestos ni aranceles. Los vuelos de ida al Congo viajan cargados de armas y los de vuelta, de minerales.

Las grandes empresas financian a las fuerzas militares de los dos frentes, que bajo la excusa de conflictos interétnicos, mantienen una guerra real por el control de las ricas minas del Congo. En ellas trabajan cada día más de 20.000 personas. Los obreros más codiciados, por ser la mano de obra más barata y fácil de silenciar, son los miles de niños que abandonan la escuela para adentrarse con facilidad en las minas a ras de tierra.

También acuden a las minas presos a los que se les reduce la condena, refugiados, campesinos o ganaderos, que ya no pueden alimentar a sus familias. Se alejan de sus comunidades por mucho tiempo, deslumbrados por los 10 dólares que pagan por kilo de mineral extraído, luego cotizable a 300. El problema es que no todos vuelven. En cuatro años han muerto 3 millones de personas en las minas de coltan.

El sistema de control económico de las empresas extranjeras ahoga cualquier posibilidad de creación de un mercado interno o una industria local. Ruanda lo sabe, en tan sólo 18 meses ha ingresado en sus arcas 250 millones de dólares. También Burundi y Uganda, considerado por EEUU como ejemplo para las naciones africanas, exportan oro, diamantes y coltan sin tener producción propia.

El coltan puede ser una fuente de riqueza para el Congo y no un lazo más que oprima a su pueblo. Algunas ONG denuncian esta escandalosa situación y pretenden que las agencias internacionales sancionen a las empresas que participan en el saqueo del país. El pasado mes de enero, catorce ONG europeas pidieron en Bruselas que las exportaciones de coltan fuesen embargadas de manera temporal para evitar que se siga alimentando la guerra en este país. Un informe del International Peace Information Service revelaba que varias empresas del Norte estarían implicadas en ese comercio.

El coltan proveniente de zonas en conflicto debería ser eliminado de la cadena de producción para intentar acabar con el caos que reina en el país. Los señores de la guerra dejarían de obtener financiación para comprar armamento y se abriría una puerta de esperanza para el Congo.


Tomado de: http://www.rebelion.org/hemeroteca/africa/030618delicado.htm

¡Ya nos imaginamos lo que pasará cuando EEUU y sus aliados y cómplices tomen el poder, tras la caida de Gaddafi! Ayer el coltán, hoy el petróleo libio.

d) La crisis económica mundial es en gran medida causada por el ENORME GASTO MILITAR DE LAS OPRERACIONES NORTEAMERICANAS DE INVASIÓN. Fuerzas que más bien deberían enviarse a zonas donde el hambre y las guerras civiles desangran pueblos (como en Somalia) son enviadas a una guerra de conquista disfrazada de "lucha por la democracia", en la que hay cómplices en el mismo pueblo libio.
Y hablando de Somalia, un infierno en donde los niños mueren de hambre y a nadie le importa (claro, el petróleo es más importante) leamos lo que sucede allá:



Matar de hambre a Somalia: Las “otras guerras” de EEUU matan a más gente que las de Afganistán, Pakistán e Irak

Muere más gente debido a los ataques militares y económicos de EEUU en lugares como Somalia y Congo que en las guerras más conocidas del imperio estadounidense.

Muere más gente debido a los ataques militares y económicos de EEUU en lugares como Somalia y Congo que en las guerras más conocidas del imperio estadounidense. Estas “otras guerras” acaban con “cientos de miles –millones– de vidas, y han dado lugar, o han contribuido, a las dos peores crisis humanitarias de África durante los últimos cuatro años.” El anuncio del presidente Obama de donar 105 millones de dólares a Somalia es sólo una cínica distracción del hecho de que EEUU usa los alimentos como un arma de guerra.

“Las agencias internacionales de ayuda temen las represalias de los estadounidenses si distribuyen comida en el territorio controlado por Shabab”.

El 20 de Agosto, la Coalición por la Justicia Social, la Paz y las Reparaciones Black is Back, ha convocado a un Día Internacional de Acción contra las “otras guerras”. La primera pregunta de la gente es: ¿a qué te refieres con “otras guerras”? Cualquier explicación debe incluir la guerra de EEUU contra Somalia, como parte de un proyecto estadounidense para militarizar y dominar el Cuerno de África.

Se trata de una guerra no declarada, como todas las “otras guerras” de EEUU –aquellas que el movimiento antiguerra de EEUU, dominado por los blancos de la vieja guardia, no siente que tengan la categoría suficiente para incluirlas en su lista de guerras-. Sin embargo, estas guerras acaban con cientos de miles –millones– de vidas, y han dado lugar, o han contribuido, a las dos peores crisis humanitarias en África durante los últimos cuatro años. EEUU ha robado no solo las vidas del pueblo de Somalia, sino también su soberanía sobre su tierra natal. Si eso no es una guerra, entonces la palabra misma carece de significado.

Somalia tuvo algo parecido a la paz, y un gobierno para proteger la paz, por un muy breve periodo de tiempo antes de que EEUU instigara y armara una invasión etíope del país, a finales de 2006. Aplastaron y dispersaron el gobierno islamista –llamado los Tribunales Islámicos– cuya rama más joven, Shabab, organizó entonces una resistencia de guerrillas. Casi de manera inmediata, el país se vio sumergido en lo que las Naciones Unidas llamaron “la peor crisis humanitaria de África.” Los estadounidenses usaron soldados extranjeros de Uganda y Burundi, sus Estados clientes en África, para apuntalar un lamentable y fraudulento mini-Estado en la capital, Mogadisicio. Incapaz de controlar las zonas rurales, e incluso la mayor parte de la capital, EEUU hizo entonces extremadamente difícil para los proveedores de ayuda alimentaria extranjera que llegaran a la gente en las zonas controladas por Shabab. Esto preparó el escenario para la siguiente gran crisis humanitaria, cuando la peor sequía de los últimos sesenta años golpeó a la mayor parte del Cuerno de África, amenazando la vida de decenas de millones de personas en Somalia, Kenia, Etiopía y Yibuti. Pero los somalíes eran los más expuestos, porque las agencias internacionales de ayuda temían las represalias de los estadounidenses si distribuían comida en el territorio controlado por Shabab.

“Los 105 millones de dólares de Obama son menos de la mitad de la asistencia que EEUU envío en 2008.”

Ahora el presidente Obama ha anunciado, a bombo y platillo, que EEUU enviará 105 millones de dólares para alimentar a los somalíes, dondequiera que estén pasando hambre. Pero muchas agencias de ayuda no se creen que EEUU vaya en serio cuando dice que va a dejar de usar los alimentos como un arma de guerra, y son reticentes a retomar la distribución de alimentos. Y los 105 millones de dólares de Obama son menos de la mitad de la asistencia que EEUU envío en 2008, después de la primera crisis humanitaria de fabricación estadounidense. De este modo, decenas de millones de personas continuarán muriendo de hambre, y por los ataques de los drones y las Fuerzas Especiales de EEUU, en su guerra contra Shabab.

Seis millones de personas han muerto en Congo, debido a las guerras de los agentes de EEUU. La soberanía y la dignidad de Haití fueron usurpadas por la fuerza de las armas de EEUU. Colombia ocupa el primer lugar del ranking en número de personas desplazadas –la mayoría de ellas indígenas y afrocolombianas– como resultado de la colonización del país por EEUU. Las “otras guerras” de EEUU son, de hecho, más destructivas para la vida humana que los conflictos reconocidos de Afganistán, Pakistán e Irak. Ya que Obama declara que no está en guerra con Libia, tal vez también se la podría calificar como una de las “otras guerras.”

El Día de Acción de la Coalición Black is Back del 20 de agosto se celebrará en ciudades de todo EEUU y en el extranjero. En Nueva York tendrá lugar una jornada educativa en la iglesia de Santa María, en Harlem. Infórmate y toma conciencia de las muchas y simultáneas guerras de EEUU contra la humanidad: las “otras guerras.”



Tomado de: http://www.kaosenlared.net/noticia/matar-hambre-somalia-otras-guerras-eeuu-matan-mas-gente-afganistan-pak



Somalia: ¡Aquí si que no intervienen las fuerzas norteamericanas!

e) Se genera y consolida un pésimo fundamento político, basado principalmente en la "Realpolitik" y que por lo mismo, hace distinción entre dictaduras, simpatizando con aquellas que son serviles a Washington y satanizando a aquellas que (como Saddam Hussein y Muamar Gaddafi) se mantienen distantes o indóciles a la manipulación del imperialismo transnacional. Sino ¿por qué se ataca a Gaddafi pero no se toca ni con una flor a Mohamed VI, rey de Marruecos, tal como se ve en el siguiente artículo?:

22-02-2011

Alí Amar, periodista marroquí autor de “Mohamed VI, el gran malentendido”, se pregunta: ¿Occidente es demasiado indulgente con el rey de Marruecos?

Mohamed VI sometido al detector de dictadores

Alí Amar
SlateAfrique

Traducido por Rocío Anguiano


¿Occidente es demasiado indulgente con un monarca feudal que cultiva una imagen de rey moderno, en un momento en que las calles árabes arden?

Hombre de entre 70 y 80 años, con una media de continuidad en el poder de 30 años, una carrera en el ejército, un heredero esperando para sucederle, un régimen de partido único, una oposición mermada, un clan depredador de las riquezas del país; este es el retrato robot del dictador árabe en el imaginario occidental, en el que encajan Ben Alí, Mubarak o Gadafi.

Desde que el señor de Cartago puso pies en polvorosa y que el rais vacila ante las embestidas del pueblo cairota, los más sagaces comentaristas de las calles árabes rivalizan en análisis destinados a explicar que a partir de ahora el reino absoluto de los potentados árabes ya no garantiza la sacrosanta “estabilidad” de los países sujetos a su poder jupiterino.

En el extremo septentrional de ese mundo que no sabe lo qué es la democracia, existe a los ojos de Occidente un “reino aceptable” del que casi no se habla tras las revueltas de Túnez y El Cairo: Marruecos. Las explicaciones de ceguera ante el régimen policial de Ben Alí y ante el cinismo geoestratégico que convierte en funámbulos diplomáticos a las cancillerías occidentales de Próximo Oriente no alcanzan a este país considerado a parte. ¿Por qué? ¿Está justificado?

Para saberlo solo hay que pasar a Mohamed VI por el “detector de dictadores”.

¿Es Mohamed VI un autócrata como los demás?

Mohamed VI tiene a su favor que es relativamente joven (47 años) y que subió al trono hace doce años, tras 38 de reinado absoluto de Hassan II, rey autócrata a la antigua. El absolutismo del régimen se ha regenerado, pasando de una monarquía claramente represiva a una “hipermonarquía”. Esta se afana en garantizar una continuidad de sus instituciones, con una concentración desigual de los poderes político y económico y todo ello refinando su imagen de déspota ilustrado –y sin duda menos caricaturesco que muchos tiranos árabes. Sin embargo, el poder sumamente personalista del rey se apoya casi de forma exclusiva en los hombres de palacio.

Los más conocidos, dos de sus amigos de la infancia, fagocitan raciones enteras de poder. Fouad Alí El Himma en política y Mohamed Mounir Majidi en el mundo de los negocios. Hoy, el Gabinete Real, centro neurálgico del poder de Mohamed VI, que dirige bajo cuerda la administración, tiene más poder que todas las instituciones representativas juntas –impidiendo así la redistribución de la riqueza y todo ello a pesar del inicio de grandes obras de infraestructura y de iniciativas en lo social, que deberían subsanar el enorme retraso del país en materia de desarrollo humano, terreno en el que Marruecos sigue vegetando en los últimos puestos de las clasificaciones mundiales.

La eliminación de las prerrogativas del gobierno y el deterioro de los partidos políticos explican en gran parte la indiferencia de los marroquíes hacia las urnas.

¿Cómo se explica su popularidad?

Mohamed VI ha sabido sacar partido de la imagen revulsiva de su padre en materia de derechos humanos –sin renegar de lo esencial de su herencia. Aunque su empatía con los necesitados no parece fingida, sí que es sabiamente orquestada por un culto a la personalidad exacerbado y una propaganda de otros tiempos. Los marroquíes temen también casi de forma inconsciente la fitna, un caos social y de identidad que surgiría del desmoronamiento de la Corona, que les une culturalmente. En este sentido, el rey es muy popular. Y así lo demuestra un reciente sondeo inédito cuya publicación, en el colmo de la irracionalidad, se ha prohibido. Porque en el reino de Marruecos, la libertad de expresión termina en las puertas del Palacio.

Pero, en el fondo, ¿es un demócrata?

El régimen marroquí es –en teoría– una monarquía constitucional. Pero solo hay que leer su Constitución para darse cuenta de que no es en absoluto democrático. El principio de separación de poderes no está reconocido. El propio rey define su régimen como una “monarquía ejecutiva”, que une su estatuto sagrado de Comendador de los creyentes con el temporal de jefe de Estado. El multipartidismo existe desde que se logró la independencia del país, pero el Parlamento se limita a hacer de caja de resonancia de las decisiones de Palacio, especialmente cuando se trata de aprobar el presupuesto de la Corte Real o el del aparato de seguridad. Las elecciones se manipulan siempre de mala manera y el poder del Primer Ministro se limita a figurar.

Criticar la política del monarca o la de su Gabinete, sacar a la luz la depredación económica de la clase dirigente (y la del mismo rey), denunciar la práctica de torturas por las fuerzas del orden, reprobar la justicia expeditiva o la corrupción rampante son actos que se consideran subversivos para justificar los castigos que se infligen a las voces discordantes acusadas de nihilismo.

En la práctica, nadie puede cuestionar lo que el Palacio y su gobierno definen como los “principios inmutables de la nación”, es decir, el carácter sagrado del trono –incluidas sus decisiones de gobierno – el islam como religión del Estado, la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental y la sacralización del aparato de seguridad. En cuanto a la esfera privada del rey, permanece inviolable incluso cuando interfiere en la política del Estado.

¿Dirige un Estado represivo?

Tras la desaparición de Hassan II, demócratas y reformadores apostaron por una aceleración de la tendencia que creían garantizada con un poder renovado. La opinión internacional quiso creer también que la estabilidad del país iría acompañada de una moderación del régimen y de una gradual transición democrática.

No fue así: la libertad de prensa, indicio esencial de tal promesa, ha sido a menudo maltratada, y la censura se impuso rápidamente. Los escasos bastiones de la prensa de investigación están en vías de desaparición. Salvo raras excepciones, prevalece el reino de la complacencia y de la censura.

Aunque se han dado garantías sobre el estatuto de la mujer, que más bien se asemeja al “feminismo de Estado” tunecino, las libertades individuales –incluida la de culto– están lejos de haberse alcanzado. Además, el proceso de reconciliación no se ha llevado hasta el final (la verdad sobre las exacciones cometidas en el reinado de Hassan II solo se ha desvelado a medias, sin que se haya acusado a algunos responsables todavía en el poder) y Marruecos sigue encarcelando a los opositores políticos que se cuentan entre los militantes de derechos humanos, así como los independentistas saharauis y los islamistas.

Las ONG locales, los movimientos asociativos y contestatarios, la prensa, las redes sociales y algunos partidos políticos canalizan las frustraciones, incluso sirven de coartada y de válvula de escape social. Los accesos de fiebre recurrentes en Marruecos desde hace algunos años demuestran que la hogra, ese sentimiento de injusticia constante que se experimenta en todo el Magreb, puede incitar a la revuelta.

¿Cuenta con la indulgencia de Occidente?

Más allá de los intereses estratégicos con Occidente y con Francia en particular, y al igual que otros regímenes árabes, Mohamed VI juega a fondo la baza del peligro islamista y de un cierto voluntarismo económico y social para justificar las escorias feudales de su régimen. Con París, los lazos políticos son casi incestuosos. Europa ha concedido a Marruecos el Estatuto Avanzado, un privilegio que solo comparte con Israel en el sur del Mediterráneo. El trono es también uno de los aliados incondicionales de Estados Unidos en su guerra contra el terror, hasta el punto de haber aceptado como Mubarak, por ejemplo (cosa que se olvida muy a menudo), participar en el programa de tortura deslocalizada de Bush Jr.

En este contexto de realpolitik, la esperanza de ver por fin uno de los países árabes más idóneos encaminarse hacia la democracia –como lo hicieron España después de Franco, Portugal después de Salazar, Grecia después de los Coroneles o algunos países de América Latina tras las dictaduras militares– ha sido vana.



Tomado de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=122889

f) Finalmente, se consolida el ESPÍRITU INSOLIDARIO (egoísta diríamos) que mueve al mundo hoy. Mientras en el "Cuerno de África" (Somalia) cientos de seres humanos, mayormente niños, mueren de hambre y nadie hace nada, a todas las fuerzas que invaden Libia no les parece importar.

Por todo lo anterior, en vista de la amenaza que se cierne sobre paises ricos en recursos y con soberania real, ¡nadie debe alegrarse por la caida de Gaddafi! En cualquier momento nos podria tocar a quienes vivmos en Latinoamérica (los panameños lo saben muy bien). Si nos sentimos cómodos y felices porque en la lejana Libia ocurre todo esto, recordemos este poema, atribuido comúnmente a Bertolt Brecht (Por ahí dicen que no fue él, pero no importa. Así hubiera sido John Wayne o Carlos Gardel, lo que importa es el mensaje, no el mensajero):


Primero se llevaron a los negros,
pero a mi no me importó
porque yo no lo era.

Enseguida se llevaron a los judíos,
pero a mí no me importó,
porque yo tampoco lo era.

Después detuvieron a los curas,
pero como yo no soy religioso,
tampoco me importó.

Luego apresaron a unos comunistas,pero como yo no soy comunista,tampoco me importó.

Ahora me llevan a mí
pero ya es tarde.


Ya es tarde para hacer algo por Libia, pero aún no es tarde para impedir que algo parecido ocurra en Latinoamérica u otro rincón del globo. La clave: Unión y Organización para nuestra Defensa.

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