A pesar de lo que se pretende mostrar, Sudamérica no es la excepción cuando hablamos del complejo industrial – militar (la relación entre gobiernos y la industria armamentista en favor de esta última y con claras consecuencias de una carrera armamentística sin final), aunque no se manifieste tan brutalmente como en los Estados Unidos, la presión de la industria bélica en la política es incuestionable, sino ¿cuál sería la justificación para todo el derroche en armas? El subcontinente lleva años sin guerras entre países, aunque si ha existido un aumento de las tensiones, principalmente entre Colombia y Venezuela.La retórica militarista dirá que esto es gracias a la política disuasiva de las Fuerzas Armadas, con su recurrente afirmación bélica: “armarnos para la paz”. La verdad es que la reducción de la conflictividad no es a consecuencia de la capacidad disuasiva militar, sino producto de muchos factores, entre ellos, la interdependencia económica motivada por el libre mercado. Sistema que a pesar del discurso progresista dominante, es el común denominador en la región.
Potencias militares
Justificaciones para el aprovisionamiento armamentista no faltan, mas bien sobran. En los últimos años, la mayoría de los países de Sudamérica han argumentado que el incremento de su gasto militar se debe a la necesidad de renovar material ya obsoleto. ¿Justifica esto,
su aumento en 150% en la región los últimos seis años? Durante este periodo, se pasó de 24.000 millones de dólares a 60.000 millones de dólares, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS). El incremento ha sido sostenido en toda la región, los países
con mayores gastos militares son: Brasil (27.124 millones de dólares); Colombia (10.005 millones de dólares); Chile (5.683 millones de dólares); Venezuela (3.254 millones de dólares); Argentina (2.608 millones de dólares). Con relación a los años anteriores, el país que proporcionalmente aumentó más su gasto fue: Ecuador, seguido de Venezuela, Colombia y Chile. Al relacionarse con el PIB Colombia lidera (3,7%), seguido por Chile (3,5%), Ecuador (2,8%), Brasil (1,5%) y Venezuela (1,4%) según los datos para el 2009. (fuente: SIPRI)
Miremos algunos de los casos:
Brasil
Brasil recientemente firmó un acuerdo para construir cuatro submarinos Scorpéne y un submarino nuclear con la empresa francesa DCNA, además, ha comprado aviones de guerra y otros armamentos. Brasil busca tecnología para revigorizar su propia base industrial militar. Según el propio discurso oficial, esto es de gran importancia. El Ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobin afirmó: “Nuestra prioridad actual es el empoderamiento tecnológico en la área de defensa, especialmente en el cyber espacio y el área nuclear… La primera consecuencia de esta política es el término de compras “en oferta”. Desde ahora en adelante cada compra importante tiene que incluir la transferencia tecnológica y asociación con empresas brasileras”.
Algunos de los países proveedores de armas a Brasil de los últimos años son: Alemania, Italia, Jordania, Rusia, España y EEUU. El acuerdo más grande se efectuó en el 2009 con Francia por 12.000 millones de dólares. A parte de la compra de 50 helicópteros de transporte militar y 5 submarinos (uno a propulsión nuclear), el resto es sólo para transferencia tecnológica.
Brasil justifica estas compras como necesaria renovación de su arsenal, pero como el mismo ministro de defensa afirma: Brasil ve como un elemento estratégico en el posicionamiento internacional, el desarrollo de su industria militar.
Colombia
Colombia cuenta con el mayor presupuesto de defensa en relación al PIB. Como es bien sabido, este país recibe un gran aporte económico por parte de EEUU, bajo el argumento del combate al narcotráfico, el cual desde el año 2000 asciende a más de 6.000 millones de dólares.
Los principales países proveedores de armamento a Colombia son, Israel, España y EEUU. En los últimos años, ha comprado una importante cantidad de helicópteros, incluyendo brasileros.
Colombia justifica su gran gasto militar, debido a la prolongada guerra contra las FARC y el combate al narcotráfico. Sin embargo, en los últimos tiempos el aumento de la conflictividad con Venezuela, ha sido utilizado como alegato para la necesidad de incrementar dicho
gasto. Durante los periodos del ex presidente Álvaro Uribe en el poder, este aumentó de sobremanera, cumpliendo con la estrategia de la derrota vía militar de las FARC, y las políticas de la “seguridad democrática”. Con la elección de Juan Manuel Santos, se espera una
continuidad de estas prácticas e incluso un aumento significativo en el predominio del poder militar.
Chile
Chile también aduce su gran gasto militar a la necesidad de renovación de su parque. Sin embargo, su nivel de regeneración no ha mostrado límites, creando un preocupante grado de incertidumbre especialmente en Perú, lo que ha provocado que este país haya aumentado a su vez su gasto militar, opuesto a los argumentos de su presidente Alan García contra una carrera armamentista.
Chile, aprovechando el buen precio del cobre durante la última década y debido a la ley – heredada de los tiempo de Pinochet – , que estipula que el 10% de los ingresos del cobre son para las Fuerzas Armadas, el estado ha gasto miles de millones de dólares en armamento.
Esto ha incluido la compra de 2 submarinos Scorpene al consorcio franco-español DCN/IZAR por costos que superan los 800 millones de dólares, submarinos que a su vez han sufrido innumerables problemas técnicos. Otras de las grandes inversiones militares de Chile corresponden a 44 aviones de combates F-16, los cuales fueron comprados a Holanda y a EEUU. La última adquisición a Holanda correspondió a 18 aviones (usados) por la suma de 270 millones de dólares.
Este país, también está interesado en el desarrollo de “nuevas tecnologías” como los vehículos aéreos no tripulados, mejor conocidos en inglés como drones. En octubre (2010), Chile recibió como “regalo” de parte de Israel, el modelo Skylark, como un “acercamiento” para el acuerdo de tres o cuatro contratos de compra de aviones no tripulados.
A su vez, espera desarrollar su propia tecnología de aviones no tripulados con la universidad de Concepción, trabajando en cooperación con el sector privado a fin de desarrollar esta tecnología. Los aviones no tripulados, son utilizados en labores de vigilancia de inteligencia, por lo que recomendamos a los movimientos sociales, y en especial al movimiento Mapuche, a estar atentos de la aparición de estos robots en el aire. (Fuente: http://chiledefense.blogspot.com/)
Venezuela
Venezuela durante los últimos años, ha mostrado un aumento significativo del gasto militar, producto del usufructo de las ganancias de la renta petrolera, bajo la justificación de una inminente invasión por parte de EEUU con cooperación de su servidora Colombia, especialmente después del acuerdo de instauración de bases militares colombianas con presencia de efectivos de las fuerzas armadas estadounidenses.
La principal adquisición de armamento de Venezuela ha sido a Rusia, alegando que es un acto “anti-imperialista”. El primer ministro ruso Vladimir Putin durante una visita a Caracas, reveló que las compras realizadas por el gobierno de Caracas sobrepasaban los 5.000 millones
de dólares. Durante su declaración, dio a conocer un informe sobre el sector de defensa, mencionando que los contratos estaban a cargo de 13 empresas rusas, incluida IzhMash, fabricante de fusiles.
Según datos de SIPRI, en los últimos diez años, del total de importaciones de armas del país latinoamericano un 77.6% provienen de Rusia. Entre las adquisiciones se cuentan aviones de combate Sukhoi, helicópteros Mi-17 y Mi-35, fusiles de asalto Kalashnikov (más el convenio para instalar una fábrica de los mismos rifles y sus municiones), tanques S-300 y misiles antiaéreos.
Mercenarios
Es conocida la presencia de soldados chilenos privados y activos en Irak. Al principio, muchos de estos – en su mayoría ex soldados del ejército en búsqueda de mejores sueldos -, recibían contratos millonarios como anzuelos para la ejecución de labores de seguridad.
Un soldado privado chileno en Irak, en el año 2005 podía llegar a ganar hasta 1.300 dólares al mes mientras los soldados privados estadounidenses ganaban cerca de 700 dólares al día. Actualmente en el 2010, estos militares privados suramericanos que se encuentran
efectuando labores de seguridad en la embajada de Australia en Bagdad, perciben sueldo mínimo: 310 dólares al mes. Muchos han sido contratados por la empresa Blackwater, conocida por crímenes y torturas en Irak. En los últimos meses, ha salido a la luz pública que
Blackwater hoy re-bautizada Xa Service LLC – en su afán de limpiar su imagen – en el año 2005 realizó entrenamientos ilegales en Colombia (bajo un acuerdo con el Departamento de Estado en Colombia), donde se adiestraba a personas que luego eran enviadas como nacionales (de terceros países) apoyados por un contrato con el Departamento de
Estado de EEUU. En la propia Colombia, mercenarios son contratados por empresas militares privadas para realizar labores en el extranjero. A principio de este año (2010), se conoció la noticia de que 60 colombianos realizaban estas funciones en Afganistán. Este caso se
repite en muchos países, dado que los soldados son tentados a través de jugosos sueldos que en ocasiones nunca llegan a ver. El mayor problema para realizar una campaña contra estos mercenarios, es que las empresas contratistas en cada país, actúan bajo confidencialidad,
sin embargo, resulta de suma importancia investigar a las compañías proveedoras del servicio de búsqueda de ex soldados para empresas militares privadas.
Recursos naturales
Uno de los argumentos comúnmente utilizados para justificar la necesidad de armamento es la protección de los recursos naturales y la soberanía del país. Brasil ha excusado la compra de submarinos nucleares y la producción del arsenal militar dada la necesidad de proteger los yacimientos petroleros y gasíferos recientemente descubiertos frente a sus costas, aunado a la defensa de los recursos naturales en el Amazonas. Bolivia por la necesidad de proteger los
yacimientos de gas y mineros, de las multinacionales apoyadas por el imperialismo. Venezuela por su riqueza petrolera, como también lo hace Ecuador por el petróleo y el gas, repitiéndose así en la mayoría de los países. Esta argumentación tiene la contradicción que – en la
mayoría de los casos – los militares son ocupados no para “proteger” los recursos naturales, sino la explotación de estos en desmedro de las propias comunidades. La fórmula se repite casi de forma idéntica en cada país: presencia militar para proteger la explotación de los
recursos naturales que – a pesar de la retórica nacionalista – finalmente son vendidos a empresas extranjeras quienes terminan siendo las grandes beneficiadas.
Panorama regional
Aunque las fronteras en la región todavía no cuentan con una verdadera estabilidad, no se puede hablar de una situación de beligerancia activa entre la mayoría de los países de Sudamérica. La excepción a la regla, estaría representada por las relaciones entre Venezuela y
Colombia que son bastante volátiles y sin embargo, muy bien aprovechada por ambos gobiernos como justificación para armarse y protegerse. En el caso de Venezuela, de la amenaza imperialista de EEUU a través de Colombia; y esta a su vez por la guerra contra el “terrorismo” – según el gobierno colombiano – por parte de las FARC que estarían siendo apoyadas por Venezuela. Otro caso similar, con una menor polarización son las relaciones entre Chile y Perú por temas de carácter limítrofe, como el acceso al mar para Bolivia, una materia no resuelta pero que no presentan un riesgo como para llegar a un conflicto militar.
La mejor muestra de esta falsa imagen de necesidad de defenderse de los vecinos, es la formación del UNASUR con su correspondiente Consejo de Defensa Sudamericano, el cual pretende la integración militar de la región. Es decir, lograr un alto grado de integración, al punto de proponer una fuerza militar conjunta para Sudamérica, tal como fue planteada por el Coronel Oswaldo Oliveta Neto del Brasil durante las primeras reuniones de formación del Consejo de Defensa. Sin embargo, sabemos por otros casos de cooperación regional, como la Unión Europea con su Agencia Europea de Defensa -donde se promueve el desarrollo de
la industria militar de la región, la capacidad de actuar militarmente como bloque en alianza con la OTAN- que una fuerza conjunta militar sudamericana, implicaría un aumento del gasto militar para poder costear esa misma fuerza, con la consecuente presión a los países para
el incremento de su parque bélico a fin de estar a nivel del estándar regional.
Otro de los objetivos del Consejo de Defensa Sudamericano, es impulsar la industria armamentista de sus miembros. Brasil ya se encuentra a la cabeza en cuanto a industrias nacionales y no resultaría extraño que como parte de las políticas del Consejo de Defensa se desarrolle un plan de apoyo a las industrias militares nacionales.
El intercambio de información es uno de los objetivos de este Consejo de Defensa, sin embargo, no queda claro a qué información refiere. Son conocidos los riegos de la cooperación militar cuando se trata de combatir a los movimientos sociales, un lamentable ejemplo fueron las dictaduras militares de los 70 con la sangrienta Operación Condor, en el Cono Sur.
La pregunta es ¿Cuál es la necesidad de las armas si no existe riesgo de conflictividad en la región? Personalmente considero que existen dos grandes razones las cuales dependen de qué arsenal se refieren.
Hablar de aviones de combates como los F-16 o submarinos u otro renglón de gran poderío, esta ligado a la necesidad de los países de posicionarse como potencias en lo militar y obtener un estatus internacional. Son ampliamente conocidos los planes de la creación de una “OTAN del Sur”, para la cual se requiere obtener el estándar exigido por esta alianza de guerra. Varios países de Sudamérica ya han formado parte de las “Fuerzas de Paz”, principalmente en el caso de Haiti, donde Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú participaron con tropas militares o miembros de la policía. Si la OTAN del sur se transforma en una realidad, las Fuerzas Armadas sudamericanas formaran parte de más intervenciones militares fuera de la región. Por otra parte, la compra de este arsenal esta vinculada a
las relaciones con los países del Norte. La Unión Europea y EEUU abogan por el apoyo del desarrollo de Sudamérica, manifestado en acuerdos de libre mercado y la venta de armamento, favoreciendo con estas políticas a las grandes corporaciones y los militares.
Otro parque militar esta destinado al control del “enemigo interno” con las políticas contra el “terrorismo”, “narcotráfico” y de “seguridad ciudadana”, donde las policías se dedican al control social por medio de la fuerza, acompañados de la criminalización de los movimientos sociales desde el discurso gubernamental.
Como movimiento antimilitarista, tenemos la gran responsabilidad de investigar el negocio de la guerra, y pasar a la acción. Existen muchas opciones para efectuar acciones contra las empresas que lucran con la guerra. Una muy clara que sirve para mostrarnos frente a las empresas y los gobiernos pero también al público en general, es hacer acto de presencia en las ferias de armamentos – que muchas veces son disfrazadas como feria del aire y del espacio -, y realizar acciones denunciando lo sangriento del evento. También en Sudamérica, las infaltables paradas militares representan una buena ocasión para expresar nuestro rechazo a la industria militar y al militarismo.
!Allí nos vemos!
Javier Gárate
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