jueves, 23 de septiembre de 2010

Si alguien está animado por votar por Susana Villarán, debe saber su historia...


Hace unos días, Susana Villarán de la Puente acusó a Lourdes Flores de "pituca", por ganar un ingreso mensual similar al que reciben abogados competentes en el mercado internacional.

Susy "olvida" que es tataranieta del fundador del Club Nacional, Gaspar de la Puente, bisnieta del Rector de la Universidad de San Marcos, Luis Felipe Villarán, nieta del ministro de don Augusto B. Leguía, Manuel Vicente Villarán, sobrina de Hernando Lavalle, candidato presidencial en 1956, sobrina de Gonzalo de la Puente Lavalle , ministro de Fernando Belaúnde, hermana de Fernando, ministro de Alejandro Toledo, esposa de Manuel Piqueras Luna, diputado por Lima en 1985.
Asimismo, la lideresa de Fuerza Social; fue ministra de Valentín Paniagua. Vale decir, pituca es Susy, pues nació en cuna de oro y a lo largo de su vida ha gozado de privilegios, gracias a sus relaciones familiares y su militancia política.

Desde que salió del exclusivo Colegio Villa María, Susy Villarán pertenece a los cristianos de izquierda. Movimiento inspirado en la Teología de la Liberación de Gustavo Gutiérrez, a quien consideran un semidios.
Esta agrupación maneja decenas de organismos no gubernamentales desde 1972.
Los primeros años asesoraban a centrales campesinas y obreras, luego se dedicaron al activismo en pueblos jóvenes de las ciudades, y ahora se concentran en denunciar la explotación minera y defender los derechos humanos de los terroristas de Sendero Luminoso.
Gringos y europeos solventan con millones de dólares a estos proyectos que, lejos de llegar a los humildes beneficiarios, mantienen a una cúpula de políticos rentados.

En los ochenta, los cristianos de izquierda tenían como jefes a Rolando Ames y Henry Pease, quienes adulaban a Alfonso Barrantes hasta 1990, año en que lo traicionaron, se aliaron con Patria Roja y lanzaron a Pease a la Presidencia de la República.
Se sumaron al comienzo del fujimorato, colocando como ministra a Gloria Helfer.
En el mandato de Paniagua, reinaron y crearon la Comision de la Verdad donde estuvieron representados por Gastón Garatea. El informe de esta Comisión confirmó su simpatía por los terroristas y condena a los uniformados.

En conclusión, el avance electoral de Susy se debe entre otras razones a la experiencia de Gustavo Gutiérrez , el financiamiento de las ongs y el apoyo de su larga parentela aristocrática limeña.
Hay dos fechas que marcan la vida de la aspirante a la alcaldía de Lima Susana Villarán: el 11 de setiembre de 1973, día en que fue destituido el presidente chileno Salvador Allende, y el 3 de marzo de 1982, día en que murió Jimmy Wensjoe Mantilla en Ayacucho.
En 1971, Susy Villarán viajó a la ciudad de Santiago, por encargo de Vanguardia Revolucionaria, para estrechar lazos con el sureño Movimiento de Izquierda Revolucionaria y crear una retaguardia en la eventualidad que se iniciara la guerrilla en el Perú.
Susana animaba una comunidad hippie, donde se juntaban con comunistas bolivianos, argentinos y uruguayos, bailando y cantando música de protesta y consumiendo marihuana. En sus momentos de lucidez, entrenaban militarmente porque presentían que el gobierno socialdemócrata no resistiría la presión de la oposición de derecha.
En ese entonces, en Chile reinaba el caos. Crecía el desempleo, se hacía largas colas para todo y se sufría el desabastecimiento de alimentos de primera necesidad.
Mientras tanto, el presidente Allende se solazaba con Miria Contreras, la payita, su amante 20 años menor que él y entregaba la administración del país a funcionarios castristas.
Ungido Augusto Pinochet, Susana regresó al Perú en un avión dispuesto por el dictador Juan Velasco, quien ordenó recoger a los jóvenes peruanos, varios de ellos hijos de sus amigos coroneles y generales.
Pinochet cortó la romántica y prolongada juventud de Susana, quien quedó resentida con los uniformados para siempre.
Wensjoe era casado con Rosa Villarán de la Puente. Ambos eran dirigentes de Sendero Luminoso. Wensjoe fue eliminado por un destacamento policial en la ciudad de Huamanga. Desde esa fecha, Rosa y su hermana Susana juraron vengarse de los responsables de la muerte de Wensjoe.

La justicia militar condenó a 12 policías por el homicidio y sentenció a penas desde 25 años. Sin embargo, las Villarán no quedaron satisfechas. Ellas especulan que hubo una conspiración de coroneles de la policía que ordenó la ejecución de Wensjoe y no descansarán hasta castigar a esos oficiales.

Los políticos están obligados a superar sus odios y traumas. Esperamos que Susana olvide su sed de revancha y se reconcilie con los uniformados.

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