lunes, 25 de octubre de 2010

Nueva postura peruana sobre mediterraneidad boliviana dará que hablar

Ricardo Sánchez-Serra*


Me siento alegre que peruanos y bolivianos estrechemos relaciones. Ambos sabemos que debimos ser un solo Estado, pero el Mariscal Sucre primero (queriendo elogiar en demasía a Bolívar, siendo benévolo en mi apreciación) y Chile –ayudado por algunos peruanos desacertados- nos separaron.

Pasado el tiempo y estudiando el comportamiento boliviano en la Guerra del Pacífico y más aún en la postguerra, en la cual negociaba secretamente con Chile una salida al mar por territorio peruano o que pedían la cesión de Tacna y Arica, de acuerdo a documentos confidenciales revelados en el libro “Una difícil vecindad” del desaparecido y prestigioso embajador Alfonso Benavides Correa, no confío en los gobiernos bolivianos. Es más, debido a la mediterraneidad de Bolivia y a los conflictos que provocaba la negación de la venta de gas o el desvío de los ríos –dejando al norte chileno sin agua- esto último eventualmente superado, es un inminente foco de colisión, que puede arrastrar al Perú. Afortunadamente que ya no tenemos un pacto defensivo con La Paz como en 1879 y que Bolivia exigió que cumpliéramos, pese a que el dictador Hilarión Daza impuso un impuesto a las salitreras mapochas –violando el Tratado con Chile de 1874- provocando a Santiago, que le sirvió como pretexto para iniciar la guerra. Stricto sensu el Perú no debió entrar en la contienda, aunque valgan verdades Chile codiciaba, asimismo, nuestro territorio, pero no tenía subterfugio para declararnos la guerra. Los recientes acuerdos con Bolivia, que evocan y perfeccionan los de 1992, dan a La Paz mayores y mejores condiciones, como facilidades portuarias, la construcción de un embarcadero, el establecimiento de un anexo de la Escuela Naval de Bolivia y la autorización a que buques de la Armada boliviana naveguen con fines de cooperación e instrucción, entre otros. Si bien ello ayuda a darle un nuevo enfoque a la integración, me encantaría compartir el optimismo del canciller Joselo García Belaunde con respecto a las futuras relaciones con Bolivia. Este país tiene un mandatario inestable, inseguro y títere de Chávez. A pesar de Manuel Rodríguez Cuadros –que tendría que hacer de psiquiatra-, Evo Morales puede expresar cualquier disparate que vuelva a hacer retroceder todo avance político, diplomático y comercial, además de su romance con Chile para buscar, cueste lo que cueste, la ansiada salida al mar.

Ahora, veo un cambio en la postura exterior peruana sobre la mediterraneidad boliviana. En la década del ´70 ante un acuerdo boliviano-chileno de salida al mar por Arica, el Perú respondió que aceptaría con soberanía tripartita, que Santiago rechazó. Hoy se afirma que el Perú jamás será obstáculo para su salida al mar, siempre y cuando se respeten las servidumbres (Tratado de 1929 y 1999) –“intactas” dijo el Canciller- que tiene nuestro país en Arica y que ya no se pedirá soberanía. Esto dará que hablar. Destaco el desempeño de Joselo por mejorar las relaciones con los países vecinos, como Brasil, Colombia, Ecuador y los esfuerzos que se hacen con Chile, además del mayor acercamiento con Argentina, Uruguay y Paraguay. Jamás el Perú estuvo aislado en el bloque Latinoamericano, como acusó cierta oposición al Canciller. Es más, la diplomacia presidencial, aunada al trabajo de Torre Tagle, produjo acercamientos inesperados, como con Quito o Buenos Aires. El caso venezolano es para tratarlo con pinzas, con paciencia y mucha tolerancia, debido a que Chávez es un caimán de otro pantano. Otros logros del Gobierno son los tratados de libre comercio con Estados Unidos, Unión Europea, China y el acercamiento con los países árabes.

Estamos en buen camino. Hechos, no palabras. *Periodista. Miembro de la Asociación de la Prensa Extranjera. Email: sanchez-serra9416@hotmail.com Blog: http://rsanchezserra.blogspot.com/

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