lunes, 11 de octubre de 2010

Los escalones del mando del “Huáscar” fueron los cadáveres de sus comandantes

El almirante Miguel Grau no se rindió y tampoco lo hicieron sus oficiales y tripulantes

SERGIO TAPIA TAPIA (*)

Grau fue presentado, no como el héroe consumado que permanece en el Olimpo, lejano de los hombres, sino como un hombre, normal y corriente, que de niño se ganó la vida trabajando desde lo 9 años de edad, en tareas muy rudas, como era el trabajo en los buques mercantes a vela. Creció Grau sin poder ir al colegio, trabajando hasta los 19 años de edad. Sabía conversar en inglés y francés, pero sin erudición. Compensó su falta de instrucción formal con un brillante profesor español, Fernando Velarde, cuyos libros de gramática eran muy reconocidos a lo largo de América, y que había fundado un colegio en Lima.
Grau pudo superar sus lagunas educativas con gran capacidad, hasta llegar a ser reconocido como un buen escritor de cartas y de informes. Es por eso, que Grau es para la niñez que sufre abandono en el Perú, un modelo de surgimiento ante la adversidad. Como también, es un modelo para la juventud estudiante, porque supo superarse, sin desistirse ni creer en las fatalidades.
Grau, fue famoso en el Perú y en el resto del mundo no sólo por el Combate de Angamos. Dos meses y medio antes, la juventud argentina le remitió este mensaje: “La juventud de Buenos Aires interpretando el sentimiento de la República Argentina presenta este álbum al Comandante del Monitor Peruano ‘Huáscar’, ciudadano, marino, caballero, cristiano y héroe, en testimonio de la admiración y del respeto, que le han producido sus hazañas cívicas y militares, que renuevan en América la energía y el valor de los tiempos de nuestra Independencia. Buenos Aires, 20 de julio de 1879.” Grau fue un profesional de la navegación muy estimado, que según los tiempos de la persecución política en el Perú, trabajó alternadamente en la Marina de Guerra, donde llegó a ser el Comandante General, dos años antes de la guerra con Chile, y en la marina mercante inglesa, donde fue propuesto en el cargo de superintendente por ser considerado como “el jefe más distinguido, leal y caballeresco de la marina peruana” Y, por supuesto, la muerte de Grau, fue una noticia internacional, recogida en términos laudatorios por los principales diarios de la época. Así daban cuenta los despachos publicados el 10 de octubre de 1879. El Herald de Nueva York: “No se necesita haber estado del lado del Perú (…), para lamentar que el (…) “Huáscar” haya sido capturado por los chilenos. (…).comandantes tan hábiles como Grau no hay muchos.”. Grau fue y es hasta hoy día una figura integradora, pues, peruanos y chilenos, de derecha o de izquierda, ricos y pobres, ancianos y la nueva juventud, reconocen la suprema valía de este marino ejemplar. ¿Qué paso el 8 de octubre? Grau no se rindió, y tampoco lo hicieron sus oficiales y tripulación. La bandera del Huáscar no fue arriada, ni tomada como trofeo por los chilenos. El antiguo profesor de Grau, Fernando Velarde, en un poema, sintetiza bien lo que sucedió ese día: Cuando vencido… vencedor caíste, (…) Humilla oh Chile! tu soberbia gloria Ante la sombra del audaz marino, Mil veces superior a tu victoria,(…)” El Huáscar cayó en manos de los chilenos porque los comandantes habían muerto o estaban heridos, la tripulación diezmada, y sin armas para repeler el ataque de los blindados chilenos. Juan de Arona cantó esta epopeya con este hermoso verso: “Los escalones del mando del Huáscar, Fueron los cadáveres de sus comandantes.” “Muerto Grau, es (…) acertada la expresión de José Agustín de la Puente, terminó “la guerra de Grau”.

Es decir, una confrontación con límites morales, manteniendo apartados a los civiles, atacando a quienes estaban armados para responder, sin voluntad de exterminar, sin destrucción de objetivos civiles, sin daño no requerido, sin violencia indiscriminada. Luego, bajo la conducción chilena, se da inicio a otro estilo de hacer la guerra, totalmente distinto, con sistemática violación de las reglas de la guerra, con el repase de los heridos, con saqueos, con abusos, incendiando objetivos no militares, etc., etc., etc.” Grau fue un ejemplo contra la frivolidad de un país olvidadizo, como lo afirma José de la Riva Agüero y Jorge Basadre. La Nación es construcción del futuro, así como la Patria es depósito fiel del pasado.. Hoy, las nuevas generaciones de niños y adolescentes, y la juventud, hacen urgente e inaplazable el cultivo de la “memoria de Grau”, porque si no estamos en riesgo de que les sean cultivadas “otras memorias”, como el llamado Museo de la Memoria con que se intenta distorsionar la historia reciente de la lucha contra la subversión, a partir de un relato contaminado por la misma ideología que inspiró a Sendero Luminoso, y es la que adoptó la Comisión de la Verdad: la contaminación ideológica de los sucesos históricos en la lucha de las Fuerzas Armadas del Perú contra la subversión comunista. Grau, como militar, no era un profesional de golpes de estado, pero tampoco se redujo a ser un enceguecido custodio de la conservación del gobierno de turno, cuando por la corrupción o la incapacidad ponen en peligro al país.

Grau supo a quién apoyar, por las ideas que portaban los caudillos y políticos. Sólo así se explica su apoyo a Vivanco contra Castilla, y después, que estuviese contra Vivanco por el tratado firmado con los españoles, el tratado Vivanco-Pareja, en los prolegómenos de la guerra con España de 1866. Lo mismo cuando apoyó a Prado sublevado contra Pezet, y después no obedeció a Prado cuando nombró un almirante norteamericano como jefe de la escuadra peruana. Otra gesta fue el apoyo que le dio a Pardo, contra el golpe de los hermanos Gutiérrez. La culminación de las preocupaciones cívicas de Grau concluye cuando es elegido diputado por Paita, ejerciendo su apoyo a las Fuerzas Armadas desde ese cargo en el Congreso Nacional. Grau profesó el catolicismo y guardaba larga y profunda amistad con el campeón de la defensa del Papa y de la Iglesia, Monseñor José Antonio Roca y Boloña. Para su institución, hay un mensaje en ese Grau que fue capaz de adaptarse a la gran revolución que se operó en los buques de su tiempo, pasar de la navegación a vela a la navegación a vapor, con el uso de la hélice. Así como, la transformación de los navíos de guerra, que dejaron de ser embarcaciones de madera, para iniciar la era de los buques acorazados.

Hoy en día, también la Defensa Nacional sufre profundas transformaciones. El enemigo que exclusivamente solía ser aquel que venía de afuera, ha sido diversificado con el enemigo de dentro, que convive entremezclado con nosotros y con los nuestros. Ya los griegos habían discernido ambas clases de enemigos, los de afuera de la muralla, y los de dentro de la Ciudad. Pero, con el paso al siglo XXI, la práctica revolucionaria ha migrado hacia otras formas, ya no inspiradas en Lenín ni en Mao, sino en Antonio Gramsci, secretario general del Partido Comunista Italiano, de quien el fraile dominico Aníbal Fosbery dice: “El aporte de Gramsci (…) consiste en haber percibido que a la hegemonía política se llega a partir de la hegemonía cultural. Por lo tanto hay que reemplazar a la “revolución” como hecho político por la “revolución” como hecho cultural. Surge así un nuevo elemento que está determinando nuevas conformaciones en los cuatro dominios clásicos de la Defensa Nacional, este nuevo elemento es el uso revolucionario del factor Psico-Jurídico-Judicial. Obra paciente de unas novedosas organizaciones revolucionarias, no partidarias, auto-denominadas “O-ENE-GES”.

Así, con el ejemplo de Grau, que supo adecuarse a los cambios de las nuevas tecnologías del arte de la navegación, y de la novedosa arquitectura naval para la guerra. Seamos estimulados para emprender las nuevas tareas para el sostenimiento de la Defensa Nacional, frente al enemigo de adentro, en sus nuevas tácticas de demolición de nuestro Ser Nacional Peruano.” (*) Abogado. El texto corresponde a un resumen del discurso pronunciado por el autor en la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de Mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria con motivo de la conmemoración del 131 aniversario del Combate de Angamos.

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